Meterse el pie en la boca.

Era súper cute cuando lo hacíamos siendo bebés, eso de meternos el pie en la boca; cuando ya somos adultos, no tanto. Sin embargo, a todos nos ha pasado en algún momento. Decimos algo sin pensarlo demasiado, llevados más por la emoción que por la razón y cuando nos damos cuenta, nos metimos el pie en la boca.

"¿Yo dije eso? ¡Pero si todavía ni aprendí a hablar!"

Hablamos, quizás, desde un lugar equivocado. Hablamos desde nuestra ignorancia, intolerancia, prejuicios, ego herido, indignación neurótica, narcisismo magullado, autoestima abollada, resentimiento, amargura, odio, dolor, tristeza, rigidez, miedos; temas, duelos y procesos no elaborados, elaborados a medias o mal elaborados; sombras y proyecciones. Hablamos desde nuestro estado ego niño o padre en lugar de hacerlo desde nuestro adulto, como debería ser.

Pasa bastante en redes sociales.

Se supone que los profesionales de la salud mental hagamos lo posible por no caer en esto, pero al final del día somos tan humanos e imperfectos como cualquiera, seguro que de vez en cuando y de cuando en vez vamos a meter la pata, ¡y de qué manera! En esos momentos, espero nuestro ego y narcisismo no nos cieguen e impidan aceptarlo, tomar responsabilidad y aprender de nuestros errores. 

Porque muchas de las personas que nos leen le dan cierto peso a lo que decimos, cierto valor, y si dan por apropiado y correcto algo que expresamos desde un lugar inapropiado e incorrecto, estamos haciendo bastante daño. 

Es por eso que les pido que nos lean desde un lugar adecuado. Con mente abierta, con criterio formado, con opinión propia. No se crean ni den por hecho todo lo que decimos y expresamos. Que nos lean haciendo caso siempre a su intuición, a su instinto, a su propia brújula. 

"Es impresionante que seas suficientemente flexible para meterte 
el pie en la boca y la cabeza en el trasero al mismo tiempo."

Aprendan a detectar y reconocer cuando alguien escribe, habla o se expresa desde un lugar equivocado. Si se fijan bien, lo van a notar. La sombra siempre se delata cuando se escabulle por ahí. Muchas veces no hace falta ser psicólogo para darse cuenta, con ser humano basta y sobra.

Es más fácil darse cuenta cuando lo que se expresa o se dice va dirigido a otra persona o grupo de personas, a veces hasta un género entero (por ejemplo, esos comentarios generalizados que empiezan con un “Todos los hombres…” o un “Todas las mujeres…”). 

Casi siempre se hace de una forma indirecta, sin decir que se está hablando de alguien en particular, pero se sabe, porque la negación es una defensa perfecta para quien la usa e imperfecta para quienes la perciben. 

Pero usualmente, cuando lo que decimos informa más (y peor) acerca de nosotros que de aquellos a quienes nos referimos, es una buena señal de que estamos metiéndonos el pie en la boca.

O como dice mi terapeuta: “Cuando apuntas el dedo a alguien, estás apuntando tres hacia ti al mismo tiempo.

Freud era un maestro en encontrar símbolos fálicos en casi todo lo que veía, y dicen por ahí que una vez alguien le preguntó qué simbolizaban los cigarros que tanto disfrutaba fumar. La supuesta respuesta de Freud fue: “A veces un cigarro es solo un cigarro.” 

Y a veces meterse el pie en la boca es solo meterse el pie en la boca, no lo confundamos con perlas de sabiduría. - Izzy

Café con TCC - IV: Práctica de la Terapia Racional Emotiva Conductual (T.R.E.C.)


Los estilos.

Para la discusión o refutación de las creencias el terapeuta puede utilizar diversos estilos:

Estilo Socrático: Lleva a las conclusiones a través de preguntas orientadas.

Estilo Didáctico: Brinda información, explicación, etc.

Estilo Humorístico: Muestra la evidencia a través de lo cómico de una creencia irracional.

Estilo Auto-revelador: Ilustra argumentos con ejemplos de su propia experiencia, de su vida personal.

Estilo Metafórico: Ilustra conceptos con metáforas (“Es como si…”) referidas a temas que resultan familiares al cliente.

Los pasos del abordaje de las demandas.

Para abordar y refutar las demandas es necesario cumplir los siguientes pasos:

1. Establecer el vinculo, definir el/los problema/s y acordar el/los objetivo/s.

2. Elegir por cuál problema empezar.

3. Determinar y evaluar “A” y “C”.

4. Explicar la relación A-B-C si el paciente lo necesita.

5. Evaluar si hay “C” secundarias.

6. Determinar “B”.

7. Mostrar la relación entre “B” y “C” hallados.

8. Refutar las “B” irracionales.

9. Refutar auto-condena y condenas globales (si hubieran).

10. Determinar la “E” (la “B” racional y eficaz).

11. Enfatizar la importancia y necesidad de las tareas de auto-ayuda.

12. Analizar y prevenir contingencias y resistencias en las tareas.

13. Acordar las tareas de auto-ayuda a realizar.

14. Solicitar feed-back y conclusiones.

El “ABC” ampliado.

Teniendo en cuenta el proceso terapéutico, Ellis propone la ampliación del modelo “ABC” que puede presentarse como “ABCDEF”. Las nuevas letras representan:

“D” (“disputing”): La discusión de las creencias o refutación de las creencias irracionales.

“E” (“effective belief”): La incorporación de una nueva creencia de carácter eficaz, funcional y saludable (racional).

“F” (“feeling”): El nuevo sentimiento o emoción, luego de haber modificado las creencias.

Imaginación Racional Emotiva (IRE).

Consiste en hacer que el cliente imagine la situación que le perturba, hasta desarrollar la misma emoción. Se le pide seguir vivenciando la situación, modificando su sentimiento hasta llegar a uno más moderado, apropiado o funcional. La experiencia permite al cliente descubrir:

- Que para modificar sus sentimientos (C) tuvo que modificar lo que pensaba (B) sobre el acontecimiento (A).

- Qué pensamientos tenía antes y qué pensamientos tuvo después (que le permitieron una reacción y emoción apropiadas).

- Su comprobada capacidad de realizar ese cambio de pensamientos para lograr no trastornarse.

Role-playing y psicodrama.

La actuación dramática es un estado intermedio entre la fantasía y la realidad: La modalidad es ficticia pero la experiencia emotiva es muy real. La modalidad ficticia nos permite hacer cosas que aún se encuentran fuera de nuestro alcance en la vida real (expresar emociones temidas, cambiar patrones de conducta, revivir experiencias pasadas). La experiencia emotiva real nos permite conectarnos con los pensamientos que generan dichas emociones y también ensayar nuestras conductas posibles en condiciones emotivas equivalentes a las reales en las situaciones representadas.

Las tareas de auto-ayuda.

La prescripción de tareas para el hogar es un elemento habitual de la TREC. El objetivo específico de la asignación de tareas puede ser, entre otros:

- Cambiar una conducta disfuncional o establecer una adecuada.

- Reducir los pensamientos irracionales y reemplazarlos por otros más útiles.

- Determinar qué tan bien ha entendido el cliente los principios básicos de la TREC.

- Generar un hábito de afrontamiento de las situaciones que le permita una respuesta emotiva y conductual funcional.

Entre las diversas tareas de auto-ayuda se incluyan aquellas orientadas a leer, escuchar, escribir, imaginar, pensar, relajarse o distraerse y hacer. Estas tareas son el corazón del proceso terapéutico y representan la profundización de lo descubierto en la evaluación y discusión de las creencias irracionales para lograr un cambio real y perdurable.

Tres “insights” necesarios para el paciente.

Para el éxito terapéutico se requieren tres “insights” del paciente. Son los siguientes:

- Las personas no se perturban por los acontecimientos sino por lo que piensan sobre los acontecimientos.

- Podemos modificar nuestras formas habituales de reaccionar ante determinadas situaciones.

- Para lograr el cambio necesito aportar mi esfuerzo y tener perseverancia.

Próxima parte: Terapia Cognitiva Conductual (T.C.C.) - Pt. I

El lado “B” de los trastornos obsesivo-compulsivos.

Desde una perspectiva más fría, clínica y de enfoque psicopatológico, los trastornos mentales menos comunes, más raros, extraños e inusuales suelen ser los más interesantes y fascinantes. Es parte de nuestra sombra como psicólogos y terapeutas que así sea. Yo no voy a ser quien haga de cuenta que no es así.

Muchos de estos trastornos no llegan al DSM, se mencionan brevemente dentro del paraguas de algún otro desorden, se incluyen en la bolsa de “trastornos relacionados no especificados” o quedan en lista de espera a la próxima edición, usualmente porque debido a su rareza afectan a poblaciones clínicas demasiado pequeñas como para ser estadísticamente significativas, pero por ahí están, son el lado “B” de los trastornos mentales.

Con la edición del DSM 5, el trastorno obsesivo-compulsivo, que solía categorizarse bajo los trastornos de ansiedad durante el reinado del DSM-IV, tiene ahora su propia categoría: Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados.

El trastorno obsesivo-compulsivo se caracteriza por la presencia de obsesiones (Pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan como intrusas o no deseadas, y que causan ansiedad o malestar importante) y/o compulsiones (Comportamientos o actos mentales repetitivos que el sujeto realiza como respuesta a una obsesión o de acuerdo con reglas que ha de aplicar de manera rígida).


El lado “A”.

Con la nueva categorización del DSM 5 se incluyen en el espectro obsesivo-compulsivo trastornos nuevos, así como otros pre-existentes que antes formaban parte de otra categoría o grupo diagnostico, tales como:

Trastorno dismórfico corporal: Preocupación por uno o más defectos o imperfecciones percibidas en el aspecto físico que no son observables o parecen sin importancia a otras personas.

Trastorno de acumulación: Dificultad persistente de deshacerse o renunciar a las posesiones, independientemente de su valor real.

Tricotilomanía (trastorno de arrancarse el pelo): Arrancarse el pelo de forma recurrente, lo que da lugar a su pérdida.

Trastorno de excoriación (rascarse la piel): Dañarse la piel de forma recurrente produce lesiones cutáneas.

También tenemos el Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados inducidos por sustancias/medicamentos y debido a otra afección médica.

El lado “B”.

Los trastornos obsesivo-compulsivos del lado “B” nos llevan en un viaje por el globo, ya que se trata de trastornos culturalmente vinculados, es decir, característico de las culturas, creencias y costumbres particulares de cada región. Entre ellos tenemos:

Shubo-kyofu: Variante de taijin kyofusho (una forma japonesa de fobia social) que es similar al trastorno dismórfico corporal y se caracteriza por miedo excesivo a tener una deformidad corporal. Se trata de un síndrome vinculado culturalmente al Japón. La diferencia con el trastorno dismórfico corporal yace en las diferencias culturales entre occidente y oriente. En Japón, el énfasis se coloca sobre el grupo, a expensas del individuo. ¿Qué significa esto? En el trastorno dismórfico corporal, el temor es de vergüenza debido a la deformidad, mientras que en el shubo-kyofu, el temor yace en que la deformidad personal avergüence u ofenda a las otras personas presentes. Puede aparecer a cualquier edad y a menudo empeora a través del tiempo si no es tratada. Quien la sufre se enfoca obsesivamente en una parte del cuerpo. El foco puede cambiar, pero el miedo se enfoca en una parte a la vez. En Japón, al igual que los demás subtipos de taijin kyofusho , el shubo-kyofu se trata con terapia Morita.

¿En qué consiste la terapia Morita? Bien, el problema con los síndromes vinculados a una cultura específica (en este caso, oriental) es que son resistentes a la medicina y terapia occidentales. Desarrollada alrededor de 1910, la terapia tradicional Morita es una progresión en cuatro fases altamente regimentada diseñada para ayudar al cliente a aprender a aceptar y redirigir sus pensamientos. La fase uno implica reposo en cama en aislamiento total. Las fases dos y tres se enfocan en el trabajo (escribir un diario, trabajo manual y lecturas sobre la importancia de la auto-aceptación y el esfuerzo positivo) y solamente la fase cuatro incluye técnicas terapéuticas.

Koro: Relacionado con el síndrome dhat (una condición encontrada en las culturas del subcontinente indio en la cual los pacientes varones reportan sufrir de eyaculación prematura o impotencia, y creen estar pasando semen en la orina), un episodio súbito de ansiedad intensa de que el pene (o la vulva y los pezones en las mujeres) se retraerá en el cuerpo y posiblemente causará la muerte. Es un síndrome vinculado culturalmente y tiene ocurrencia global, con un historial de casos de histeria masiva en África, Asia y Europa. 

Jikoshu-kyofu: Variante de taijin kyofusho que se caracteriza por miedo a tener un olor corporal desagradable. También se denomina síndrome de referencia olfativo, un trastorno mental en el que hay una falsa creencia y preocupación persistente sobre la emisión de olor(es) corporal(es) anormal(es) que son desagradables y ofensivos para otros individuos. Quienes padecen este síndrome a menudo malinterpretan los comportamientos de los demás como referenciales a un olor corporal que en realidad no existe y no puede ser detectado por otras personas. Este trastorno suele ir acompañado de vergüenza, angustia significativa, conducta de evitación, fobia social y aislamiento social.

Ya saben, ¡que estén bien! - Izzy

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Café con TCC - III: Terapia Racional Emotiva Conductual (T.R.E.C.) - Creencias irracionales habituales.


Las creencias irracionales habituales.

Ellis enuncia las siguientes 11 creencias irracionales que incluyen demandas y otros supuestos que considera los más característicos de los pacientes, de acuerdo a su experiencia clínica:

1) Los humanos adultos tienen una imperiosa necesidad de ser amados o aprobados por toda otra persona significante en su comunidad.

2) Uno debe absolutamente ser competente, adecuado y exitoso en todas las cosas importantes o, caso contrario, uno es una persona inadecuada o inservible.

3) Las personas deben absolutamente actuar honradamente y consideradamente y, si no lo hacen, son unos villanos condenables. La gente es sus actos malos.

4) Es tremendo y horrible cuando las cosas no son exactamente como uno desearía ardientemente que fueran.

5) Las perturbaciones emocionales son causadas externamente y las personas tienen poca o ninguna capacidad para aumentar o disminuir sus sentimientos y conductas disfuncionales.

6) Si algo es, o puede ser, peligroso o temible uno debe estar constante y extremadamente preocupado por ello y seguir haciendo hincapié en la posibilidad de que ocurra.

7) Uno no puede enfrentar las responsabilidades y dificultades de la vida y es más fácil evitarlas.

8) Uno debe ser completamente dependiente de los otros y necesitarlos y uno principalmente no puede conducir su propia vida.

9) Nuestra historia pasada es un importante total determinante de nuestra conducta actual y, si algo ha afectado alguna vez fuertemente nuestra vida, deberá tener indefinidamente similar efecto.

10) Las perturbaciones de las otras personas son horribles y uno debe sentirse sumamente alterado por ellas.

11) Invariablemente existe una correcta, precisa y perfecta solución para los problemas humanos y es tremendo si no se puede encontrar.

Ellis observa que todas las demandas absolutistas pueden agruparse en tres clases:

- Demandas sobre uno mismo (“yo debo…” o “yo necesito…”).
- Demandas sobre los otros (“él debe…” o “tú debes…”).
- Demandas sobre el mundo (“el mundo o la vida debe…”).

Origen de las creencias irracionales.

Según J. Camerini (2004), si bien Ellis reconoce la influencia cultural y parental en la transmisión de los valores, metas y normas de conducta que dan pie a las creencias, le asigna importancia también a lo que considera una tendencia natural e innata de los seres humanos consistente en ser altamente influenciables por esos mensajes y a transformarlos creativamente en demandas rígidas y absolutistas.

Los derivados.

Las creencias irracionales nucleares (demandas absolutistas) traen aparejadas:

- La tremendización o exageración del daño o significado del hecho.
- La no-soport-itis o baja tolerancia a la frustración (BTF).
- La condena global de uno mismo, de otras personas o del mundo.

Los síntomas secundarios.

La teoría también considera las “C” secundarias y terciarias (consecuencias o síntomas secundarios y terciarios). El concepto se basa en que a veces una emoción o conducta puede ser percibida por la persona como un acontecimiento secundario y, de acuerdo a lo que piense sobre el generar otra emoción o conducta secundaria. De la misma manera, pensando sobre el síntoma secundario se puede llegare a uno terciario, y así sucesivamente.

Auto-aceptación versus autoestima.

Respecto al concepto de autoestima, Ellis considera que implica una auto-evaluación o calificación en una escala de valores que se origina a partir de:

- Nuestros éxitos o fracasos con relación a metas o ideales;
- Las opiniones (reales o supuestas) de otras personas (en especial las significativas) sobre nosotros.

Esto resulta una fuente de trastornos, ya que puede conducir tanto a una sobre-valoración insostenible como a una desvalorización peligrosa ante los fracasos o rechazos. Además, es un concepto irracional, por cuanto:

- Nadie tiene éxito en todo ni fracasa en todo y es imposible asignar un valor general a una persona como tal.
- Lo apropiado es calificar a las acciones y no a las personas.
- La opinión de otros no puede modificar lo que realmente somos.

Como alternativa, Ellis propone el concepto de auto-aceptación consistente en algo que podría llamarse el amor incondicional a nosotros mismos, querernos y valorarnos por el hecho de existir, sin calificarnos en ninguna escala de valores.

Encuadre filosófico humanista.

La orientación humanista de la TREC se destaca por:

- El reconocimiento y aceptación de las personas como humanos falibles.
- La ubicación del hombre en el centro de su universo, es decir como el principal responsable de alterarse o no.

Próxima parte: La Terapia Racional Emotiva Conductual de Albert Ellis (Modelo T.R.E.C.) - Práctica de la T.R.E.C.