Rompehechizos y perduraprofecías.

Mi terapeuta siempre me dice que toda persona que llega a tu vida lo hace para dejarte una enseñanza. Yo creo lo mismo, a sabiendas de que esto no es siempre tan evidente, ni tan sencillo de conciliar. Y es que hay personas que llegaron a nuestras vidas y desearíamos jamás lo hubieran hecho, de igual manera que hay quienes ya se fueron y deseamos se hubieran quedado. ¿Qué les puedo decir?, así es la vida, un eterno proceso de aprendizaje.

Más aprendo de mis mentores, guías, supervisores, colegas, pacientes, libros y todo lo demás también, más me doy cuenta de que para muchos, o quizás para todos, nuestra vida adulta tiene todo que ver con dar significado a nuestra infancia, a los anhelos que quedaron en anhelos, en las estrategias de supervivencia que ya no sirven y hay que cambiar o actualizar, en las dinámicas y patrones que hay que romper, para no seguir en esos círculos toxicas, viciosos y perpetuos que parecen permanecer por generaciones en tantas dinámicas familiares.

Y he aquí donde entran los “rompehechizos” y “perduraprofecías”. Quienes lleguen a nuestras vidas podrán cumplir uno u otro rol. Si se ponen a pensarlo, quizás se den cuenta quienes en sus vidas han sido “rompehechizos” y quienes, por el contrario, se ganaron el título de “perduraprofecías”.

Los “rompehechizos” o rompedores de hechizos son aquellas personas que llegan a nuestras vidas y nos abren los ojos, nos quitan la venda, nos regalan una forma nueva de ver el mundo, a los demás y a nosotros mismos. ¡Son esas personas que nos ayudan a crecer! Los que nos dan permiso para dejar de ser o hacer (dejar de ser la víctima, dejar de hacer todo por los demás y nada por nosotros) o para ser y hacer (ser nosotros mismos, hacer lo que nos apasiona). Me gusta pensar que los “rompehechizos” no son “seres de luz”, “iluminados” ni nada por el estilo, sino seres que al haber hecho las paces con su sombra y habiendo reclamado como propios sus aspectos buenos y malos, positivos y negativos, son libres de darse el permiso de compartir su luz, sin negar su sombra.

Los “perduraprofecías” o perduradores de profecías son aquellas personas que, por el contrario, llegan a nuestras vidas como viva encarnación de la repetición de todo aquello de lo que necesitamos liberarnos. Son la piedra perpetua con la que amamos darnos de frente, a toda velocidad y a todo color. Nuestro sabor predilecto de toxicidad. Son los que prefieren que vayamos por la vida con los ojos cerrados, con la venda bien puesta y con la visión más sombría, amenazante y distorsionada del mundo, los demás y nosotros mismos. ¡Son esas personas que no quieren que crezcamos, porque ellos tampoco han podido hacerlo! Son quienes en lugar de repartir permisos, nos legan profecías destinadas a cumplirse: seguir repitiendo el mismo patrón, perpetuar las dinámicas familiares disfuncionales, crecer y vivir acostumbrados a respirar toxicidad. Los “perduraprofecías” le tienen terror a su sombra, todo lo ven proyectado en los demás: lo bueno, lo malo, lo positivo y lo negativo. Tienen mucho miedo de “mirar para adentro”. Y cuando se vive peleado con la sombra, es imposible tener luz para compartir.

Como adultos, tenemos el permiso para elegir quienes queremos ser, tanto en nuestras vidas como en las de los demás, un “rompehechizos” o un “perduraprofecías”. Y ustedes, ¿quién prefieren ser? - Izzy

Café con TCC - II: Terapia Racional Emotiva Conductual (T.R.E.C.) - El ABC de la teoría.



La Terapia Racional Emotiva Conductual (T.R.E.C.) de Albert Ellis - El A-B-C de la teoría.

Ellis, citado por J. Camerini (2004), considera que el núcleo de su teoría está representado por una frase atribuida al filosofo estoico griego Epícteto: “Las personas no se alteran por los hechos, sino por lo que piensan acerca de los hechos”. Ellis resumió su teoría en lo que denominó el “ABC” recordando que  “entre A y C siempre está B”.

El A-B-C de la Terapia Racional Emotiva Conductual de Albert Ellis.

A” (“Activating Event”) representa el acontecimiento activador, suceso o situación. Puede ser una situación o acontecimiento externo o un suceso interno (pensamiento, imagen, fantasía, conducta, sensación, emoción, etc.).

B” (“Belief System”) representa en principio al sistema de creencias, pero puede considerarse que incluye todo el contenido del sistema cognitivo (pensamientos, recuerdos, imágenes, supuestos, inferencias, actitudes, atribuciones, normas, valores, esquemas, filosofía de vida, etc.).

C” (“Consequence”) representa la consecuencia o reacción en ocasión de la situación “A”. Las “C” pueden ser de tipo:

Emotivo (emociones)
Cognitivo (pensamientos)
Conductual (acciones)
Físico o fisiológico (somatizaciones o reacciones psicosomáticas)

Las consecuencias (“C”).

Con respecto a las consecuencias, la TREC distingue entre las “apropiadas” (“funcionales” o “no perturbadas”) y las “inapropiadas” (“disfuncionales”, “perturbadas” o “auto-saboteadoras”).

Las emociones son necesarias porque cumplen tres funciones en las personas:

Las emociones nos informan de diversos desequilibrios en nuestra vida.
Las emociones generan la motivación y el impulso o energía necesarios para actuar
        superando las situaciones negativas o desequilibrios detectados.
Las emociones son medios de comunicación para informar a los que nos rodean
        sobre nosotros, nuestros deseos y/o intenciones.

De acuerdo con J. Camerini (2004), ante cada situación reaccionamos con emociones y conductas que dependen de nuestra interpretación sobre ella. Algunas reacciones son más apropiadas o funcionales que otras para lograr nuestras metas. La calificación de una reacción como más o menos apropiada o funcional dependerá de dos consideraciones:

Que la intensidad sea acorde a la situación con referencia a la cual se genera.
Que favorezca:
         - Preservar la vida
         - Preservar la salud
         - Evitar el sufrimiento
         - Resolver el problema
         - Lograr las metas u objetivos de la persona.

Las emociones (o conductas) inapropiadas se caracterizan por:

Causar un sufrimiento innecesario o desproporcionado con respecto a la situación.
Llevar (o implicar) comportamientos “auto-saboteadores” (contrarios a los propios
        intereses u objetivos).
Dificultar (o impedir) la realización de las conductas necesarias para lograr los
        objetivos propios.
Estar asociadas a “creencias irracionales”.

Las cogniciones (“B”).

Con respecto a las cogniciones, para una mejor comprensión de sus conceptos Ellis y Dryden, citados por J. Camerini (2004) ejemplifican algunas de ellas:

Observaciones (no evaluadoras) que se limitan a lo observado: “El hombre está
        caminando”.
Inferencias (no evaluadoras) que incorporan hipótesis o supuestos que pueden ser
        acertados o erróneos: “El hombre que está caminando intenta llegar a la oficina”.
Evaluaciones preferenciales (creencias racionales): “Me gustaría tener pareja”.
Evaluaciones demandantes (creencias irracionales): “Necesito absolutamente
        tener pareja”.

Las evaluaciones demandantes se caracterizan por su rigidez e intolerancia a la frustración.

Es importante diferenciar las inferencias de las creencias, ya que:

Las inferencias pueden ser acertadas (ajustadas a la realidad) o erróneas.
Las creencias pueden ser “racionales” o “irracionales”.

Una creencia irracional se caracteriza por:

Ser lógicamente inconsistente (partir de premisas falsas o resultar de formas
        incorrectas de razonamiento).
Ser inconsistente con la realidad (no concordante con los hechos, distinto a lo
        observable).
Ser dogmatica, absolutista, expresada con demandas (en vez de preferencias o
        deseos).
Conducir a emociones (o conductas) inapropiadas o auto-saboteadoras.
No ayudar (o impedir) el logro de los objetivos de la persona.

Las demandas.

Ellis descubrió que, habitualmente, los pacientes se perturbaban  por tener pensamientos que se basaban en una actitud demandante. Esta se evidenciaba cuando, debajo de otros pensamientos, aparecía alguno que expresaba una demanda o exigencia absolutista, rígida o intolerante. Estas demandas pueden estar dirigidas hacia el mundo, hacia otras personas o hacia nosotros mismos; lo que se conoce como la triada cognitiva.

Estas demandas están expresadas por frases tales como:

Yo debería…
Yo necesito…
El tiene que…
El no debe…
No soporto que…
Es inadmisible que…

Ellis denominó a las demandas absolutistas: “creencias irracionales”. Más allá de las palabras que se elijan para expresar los pensamientos, lo importante es la actitud. No es lo mismo desear que algo sea de una manera que pretender absolutamente que las cosas siempre sean de esa manera.

No es lo mismo desear y hacer lo posible para que ciertas normas se cumplan, que exigir o demandar que siempre el mundo y las personas actúen de acuerdo a esas normas. No es lo mismo luchar para alcanzar ciertas metas y logros que exigir o demandar que absolutamente siempre se deban cumplir.

En cuanto a las normas: fueron hechas para luchar contra ciertas tendencias naturales que, inevitablemente, siguen y seguirán apareciendo. Aceptar la realidad es el primero y único paso posible para tratar de modificarla o adaptarnos a ella. La intolerancia a la frustración no cambia la realidad.

La alternativa es una actitud preferencial, consistente en desear y luchar para lograr metas y deseos, pero aceptar que algunos  pueden no cumplirse y adaptarse a la realidad que no se puede modificar. Se trata de cambiar una demanda por un deseo o preferencia.

Próxima parte: La Terapia Racional Emotiva Conductual (Modelo T.R.E.C.) - Las creencias irracionales habituales.

La elección de terapeuta según Eric Berne.



¡Hola! A continuación les comparto fragmentos del libro “¿Qué dice usted después de decir hola?” por Eric Berne, creador del análisis transaccional.

Berne asignó las relaciones interpersonales a tres estados del ego de las personas involucradas: el estado Padre (el “superyó” de la teoría psicodinámica), Adulto (el “yo” o “ego” de la teoría psicodinámica) y Niño (el “id” o “ello” de la teoría psicodinámica). Entonces investigó la comunicación entre los individuos en función del estado actual de cada uno. Llamó transacciones a estas interacciones interpersonales y uso la etiqueta de “juegos” para referirse a ciertos patrones de transacciones que surgían repetidamente en la vida cotidiana.

Aquí Eric Berne hace referencia al tema de la elección del terapeuta:

A casi todos los terapeutas les gusta pensar que el paciente los escogió a ellos y a su profesión porque en esta elección por lo menos era racional, inteligente y agudo, por muy confuso que estuviera respecto a todo lo demás. Este sentimiento de ser elegido por mérito – el merito de la profesión de uno y también el merito personal - es sano, y es una de las recompensas de nuestra vocación. Todos los terapeutas, por lo tanto, tienen derecho a recrearse en él y a disfrutarlo lo más posible… durante unos cinco o siete minutos. Después de eso, deberían ponerlo en un estante con sus demás trofeos y diplomas, y olvidarlo permanentemente si quieren que el paciente se ponga bien.

Gran cantidad de personas gastan más dinero destruyéndose a sí mismas con licor, drogas y juego que lo que gastarían en la psicoterapia que podría salvarlos.

Si tiene la posibilidad de elegir libremente, el paciente escogerá un terapeuta según las necesidades de su guion… En muchos casos, la elección se ve forzada por consideraciones económicas.

… la mayoría de los pacientes no eligen libremente a los terapeutas sino que son remitidos o asignados por diferentes “autoridades” a un tipo u otro…

Es en la práctica privada, en la que existe la posibilidad de libre elección, donde empiezan a surgir las selecciones “de guion”, particularmente en la elección entre psiquiatras, psicoanalistas, psicólogos… y entre los miembros competentes y los incompetentes de estas profesiones.

Igualmente, al escoger a un psicoanalista, algunos, por razones de guion, escogen al más ortodoxo posible, otros prefieren más flexibilidad y otros van a “analistas” pertenecientes a escuelas independientes. A veces, la edad o el sexo del terapeuta es importante por razones de guion… Los rebeldes a menudo van a terapeutas rebeldes. Las personas con guiones de fracasados escogen los peores terapeutas posibles…

Hay claros indicios de que tres factores están determinados por las directrices del guion del paciente:

1) Si busca algún tipo de ayuda, o solo deja que las cosas sigan su curso.

2) La elección de terapeuta, cuando hay elección.

3) Si la terapia va a tener éxito o no.

Así pues, una persona con guion de fracasada no irá al terapeuta, o puede escoger a uno incompetente. En este ultimo caso, cuando el tratamiento fracasa, él no solo sigue siendo un fracasado, como exige su guion, sino que además tiene otras satisfacciones que saca de su percance; por ejemplo, puede culpar al terapeuta, u obtener una satisfacción por el hecho de ser el “peor” paciente, o alardear de que estuvo en tratamiento diez años con el Dr. X, gastándose miles de dólares, sin ningún provecho.


El análisis transaccional incorpora muchas definiciones que pueden resultar confusas, por lo que incluí un breve glosario de algunos de los términos utilizados arriba:

1. Guion: Un plan de vida basado en una decisión tomada en la infancia, reforzada por los padres, justificado por acontecimientos subsiguientes, y que culmina en una alternativa elegida.

2. Directrices: Mandos (3), patrones (4) y otro material de guion (5).

3. Mandos: Los ajustes, requerimientos (6) y provocaciones (7) que dominan la conducta de guion (8) del individuo.

4. Patrón: Un estilo de vida basado en instrucciones o ejemplos paternos.

5. Material: Estímulos y respuestas paternos con los que el individuo construye su mecanismo de guion (9).

6. Requerimientos: Una prohibición u orden negativa.

7. Provocación: Conducta no adaptable fomentada o exigida por un padre.

8. Conducta de guion: Conducta que parece más motivada por un guion que por consideraciones racionales.

9. Mecanismo: Los siete elementos que componen un guion.

Fragmentos extraídos del libro “¿Qué dice usted después de decir hola” por Eric Berne.

Café con TCC - I: La terapia cognitiva.


La Terapia Cognitiva:

En el año 1956 el Dr. Albert Ellis inicia una nueva corriente en psicoterapia que hoy se conoce con el nombre de Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC).  Algunos años después, en 1962, el Dr. Aaron T. Beck inicia una nueva propuesta en psicoterapia que denomina Terapia Cognitiva (TC), que adquiere gran prestigio por su eficacia para enfrentar la depresión y la ansiedad.  Ambas corrientes, junto con nuevos desarrollos y otras nuevas orientaciones integradoras, conductuales y sociales, están comprendidas en lo que se denomina la corriente cognitiva conductual en psicoterapia.

El paradigma de la psicología cognitiva y de las terapias cognitivas consiste en el principio de la mediación cognitiva. Sintéticamente: La reacción o respuesta emotiva o conductual ante una situación o estímulo está mediada por el proceso de significación o evaluación en relación a los objetivos, metas y deseos de cada persona.

Las estructuras cognitivas, generalmente denominadas esquemas, que dan lugar a las evaluaciones y a las  respuestas, son el resultado de predisposiciones genéticas y del aprendizaje generado a través de las experiencias vividas, propias de cada persona.

Por lo tanto, toda terapia dentro de esta óptica implicará una modificación de estas estructuras con el consiguiente cambio de las evaluaciones que logrará una modificación de las respuestas (emotivas y/o conductuales) del consultante. De esta manera, sin desconocer el enfoque médico biológico de los trastornos, sino sumándose al mismo, este modelo psicoterapéutico aporta al proceso de cambio el concepto de reaprendizaje.

El enfoque cognitivo conductual es cada año más dominante entre las propuestas psicoterapéuticas  y su eficacia  en la práctica clínica es cada vez más reconocida en las investigaciones sobre diversos trastornos, tales como: depresión, adicciones, ansiedad, trastorno de angustia, agorafobia, fobia social, disfunciones sexuales, etc., así como sobre muchos problemas, tales como la violencia, la ira, los conflictos de pareja, etc.

Algunas de las características prácticas más destacadas de este modelo psicoterapéutico son:

  • Su brevedad.
  • Su centrado en el presente, en el problema y en su solución.
  • Su carácter preventivo de futuros trastornos.
  • Su estilo de cooperación entre paciente y terapeuta.
  • La importancia de las tareas de auto-ayuda a realizarse entre sesiones.

Este enfoque apunta al acceso a estructuras muy profundas y a su modificación, con resultados comprobados  y perdurables.

Próxima parte: La Terapia Racional Emotiva Conductual de Albert Ellis (Modelo T.R.E.C.).