El narcisismo en tu red social.


Desde que empecé a usar redes sociales a finales del 2012, me ha resultado fascinante ver cómo usamos esta herramienta y cómo, a través de nuestros tweets, posts, estados, bíos y más, le contamos al mundo quiénes somos, y llenamos (o intentamos llenar) una necesidad de definirnos, etiquetarnos y destacar (u ocultar) distintos aspectos de nuestro self.

¿Nos estamos volviendo más narcisistas?

La Dra. Lisa Firestone advierte que diversos estudios muestran que estamos viviendo en una sociedad cada vez más narcisista, donde los “reality shows” dominan la televisión y Facebook (y Twitter, Whatsapp, y un muy largo etcétera) reemplaza las conversaciones cara a cara.

Data recolectada por la Profesora Jean M. Twenge de 37,000 estudiantes universitarios muestra que los rasgos de personalidad narcisista han aumentado tan rápidamente como la obesidad desde 1980 hasta el presente (esta comparación sugiere que el narcisismo podría llegar a niveles epidémicos).

¿Qué rasgos definen una personalidad narcisista?

Bien, ahora, ¿qué rasgos definen una personalidad narcisista? El DSM-IV define el trastorno narcisista de la personalidad como un patrón de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía que empieza al comienzo de la edad adulta y que se da en diversos contextos.

El DSM-IV establece nueve criterios para el diagnóstico del trastorno (de los que se necesitan 5 o más para cumplir con el diagnóstico):

(1) Tener un grandioso sentido de auto importancia (exagerar los logros y capacidades, esperar ser reconocido como superior, sin unos logros proporcionados);

(2) Estar preocupado por fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza o amor imaginarios;

(3) Creer que es «especial» y único y que sólo puede ser comprendido por, o sólo puede relacionarse con otras personas (o instituciones) que son especiales o de alto status;

(4) Exigir una admiración excesiva;

(5) Ser muy pretencioso, por ejemplo, expectativas irrazonables de recibir un trato de favor especial o de que se cumplan automáticamente sus expectativas;

(6) Ser interpersonalmente explotador, por ejemplo, sacar provecho de los demás para alcanzar sus propias metas;

(7) Carecer de empatía: ser reacio a reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás;

(8) Frecuentemente envidiar a los demás o creer que los demás le envidian;

(9) Presentar comportamientos o actitudes arrogantes o soberbias.

Por supuesto que aquí ya estamos hablando a un nivel de trastorno o patología, y es que narcisistas lo somos todos, en mayor o menor escala y tener un poco de narcisismo es incluso necesario y saludable (tal es el caso del narcisismo primario y el narcisismo saludable), como todo, en su justa medida.

El narcisismo en tu red social (y hasta en la sopa).

Una serie de estudios recientes que comparan los rasgos y metas de vida de gente joven en la secundaria y universidad con aquellos de generaciones anteriores en el mismo rango de edad, muestran un aumento en valores extrínsecos versus intrínsecos. Nuestra generación actual valora más el dinero, la imagen y la fama por encima de la comunidad, afiliación y auto-aceptación.

Ha habido muchos estudios buscando conexiones entre Facebook y narcisismo. Consistentemente, estos encuentran que quienes puntúan más alto en el Inventario de Personalidad Narcisista tienden a tener más amigos en Facebook, taggearse más a menudo en fotos y actualizar su status más frecuentemente.

W. Keith Campbell indica que la gente a menudo utiliza Facebook para “verse importantes, especiales y ganar atención, status y autoestima.” El problema con este aspecto de las redes sociales es que casi todos presentan una imagen no realista de sí mismos (seleccionando sus mejores fotos para sus perfiles y compartiendo la información más atractiva sobre si).

Bueno, en lo personal, me parece que aquí entra mucho de nuestra naturaleza humana, así como nuestra autoestima, ¿A quién no le gusta compartir esa foto donde salió tan bien (yo salgo fatal en el 90% de las fotos, créanme que me encanta compartir una en la que me parece que salgo bien)? ¿A quien lo le gusta mostrar los aspectos que considera más valiosos, interesantes e importantes de uno mismo? Una vez más, aparte de ser subjetivo, esto también depende de no irse ni a un extremo ni a otro, ¿ustedes que creen?

El “brillo” de otros puede tener efectos psicológicos negativos en sus amigos o seguidores (bueno, ¿y eso es culpa de quien aporta el “brillo” o de quien se “deslumbra” con él y se siente “opacado”? Buena pregunta, ¿no?).

A mí me ha pasado, leo o veo algo que alguien ha posteado en su cuenta de Twitter y siento ese “efecto psicológico negativo”. ¿Creen que cuando le cuento a mi terapeuta me dice “¡Que mal hace esa persona en postear eso, que narcisista!”? ¡Que va! Me dice: “Izzy, al ver o leer eso, ¿qué idea negativa tienes de ti mismo?” y esa es la clave: una distorsión cognitiva (no me siento mal por lo que leo o veo, sino por lo que pienso negativamente de mi mismo a raíz de eso que vi o leí).

Investigaciones con estudiantes de pregrado (en Estados Unidos) mostraron que los estudiantes que más interactuaban con Facebook tenían mayor tendencia a pensar que las vidas de las otras personas eran más felices y mejores. Estos usuarios intensos de Facebook también se comparaban más negativamente a otros y se sentían peor acerca de si mismos (un buen psicólogo cognitivo conductual seguro puede sacar una buena lista de distorsiones cognitivas de este párrafo, los invito a compartirla).

¿Entonces la culpa la tiene Facebook?

Así, la Dra. Lisa Firestone deja claro que si bien Facebook y las redes sociales pueden ser una plataforma para los narcisistas, sería un error concluir que estas son las causantes de este aumento en el narcisismo social.

Este puede tener mucho menos que ver con nuestras redes sociales en línea y más que ver con nuestras redes sociales en el hogar. Inculcar un sentido de autoestima en los niños es importante, pero como todo, en exceso, puede causar más daño que beneficio.

Los estudios lo demuestran, los niños que reciben cumplidos por una habilidad que no han dominado o por talentos que no tienen terminan sintiéndose más vacios e inseguros. La autoestima real se construye en base a elogios por logros reales.

¿Y cuál es la diferencia entre autoestima y narcisismo?

La autoestima representa una actitud construida sobre logros que hemos dominado, valores a los que nos hemos adherido y cuidado que hemos mostrado hacia otros.

El narcisismo se basa en el temor al fracaso o la debilidad, un enfoque sobre uno mismo, un impulso malsano a ser visto como el mejor y una inseguridad profundamente arraigada y un sentimiento subyacente de inadecuación.

¿Y como les enseñamos eso a los niños?

Junto con su padre, el Dr. Robert Firestone, la Dra. Lisa estresa la importancia de que los padres alienten a sus hijos a tener un sentido verdadero de sí mismos. El amor paternal real que hace posible esto incluye calidez, afecto y estar en sintonía con las necesidades del niño, así como ofrecer guía, dirección y control cuando sea apropiado. Este tipo de amor (dentro de los límites saludables) ayuda a los niños a desarrollar una autoestima verdadera en lugar de rasgos de personalidad narcisista.

Así que ya saben, a cultivar esa autoestima sana y buena fuera de línea (offline) para no tener que lidiar con nuestro narcisismo toxico y malo en línea (online). ¡Que estén bien! - Izzy

Fragmentos extraídos del artículo “Is Social Media to Blame for the Rise in Narcissism?” por Lisa Firestone.

El arte de aprender a soltar el “pensar de más”.


Lo dijo Maynard James Keenan en la canción de Tool, “Lateralus”:

Over thinking, over analyzing separates the body from the mind.
Withering my intuition leaving all these opportunities behind.

Es decir: “Pensar de más, sobre analizar separa el cuerpo de la mente. Marchitando mi intuición dejando todas estas oportunidades atrás.

Y cada vez que escucho esas líneas, no puedo evitar identificarme. Y es que tengo la manía de pensar, analizar, racionalizar, intelectualizar y rumiar de más, soy el afortunado/desafortunado dueño de un discurso interior que no vino con botón de apagado de fábrica.

Toca aprender a apagarlo, o silenciarlo, manualmente.

Esto de pensar de más y sobre analizar también nos sirve de aprendizaje, sobre todo cuando aprendemos a escuchar la vocecita silenciada y/o apagada detrás de este proceso: nuestra intuición.

Porque mientras estas voces interiores nos están abrumando, nuestra intuición nos está mandando un mensaje clarísimo: “¡Cuando estás claro no lo tienes que pensar tanto!

Hace un par de semanas atrás estaba con mi terapeuta discutiendo si trabajar o no un tema particular en la agenda y me preguntó: “Izzy, ¿quieres que trabajemos sobre esto?” Verán, en estos casos, mi terapeuta tiene una estrategia muy efectiva, me deja pensar 5-10 segundos y ahí viene la frase mágica: “Izzy, lo estás pensando demasiado, si quisieras, no lo pensarías tanto. La intuición no necesita pensar mucho.

La intuición no necesita pensar mucho. Una frase simple que dice mucho.

Nuestra intuición nos dice muy rápidamente si algo es o no es. Es un sí o es un no. Casi siempre, si empezamos a pensarlo demasiado, es más probable que nuestra intuición nos esté diciendo “no”. O al menos “no ahora” o “no todavía”. Es un “no” o todavía no estamos listos para el “si”.

Ojo, tampoco hablo de actuar sin pensar, saltar sin mirar, dar rienda suelta a la impulsividad. No se trata de irse de un extremo al otro, ningún extremo es bueno ni saludable, aquí hablamos de encontrar el punto medio, el equilibrio.

Cuando nos sale ese “si” o ese “no” del alma, espontáneamente, es nuestro instinto o intuición en el asiento de pasajero de nuestras vidas, haciendo de buen copiloto, en vez de esa voz interior que nos pone a pensar y analizar de más, la que complica lo simple. Y es que no hay nada más rico que no complicarse la mente y simplificar el alma. - Izzy

La transferencia y contratransferencia en la Terapia Cognitivo Conductual (TCC).

¡Hola! Les cuento, podemos decir que la terapia cognitiva conductual es una de mis líneas terapéuticas predilectas; después de todo, fue la base teórica de mi tesis de maestría en psicología clínica y mi mentor en esta corriente teórica fue Fabio Bethancourt, ¡una eminencia en TCC (y una belleza de ser humano)!

Sin embargo, yo soy de la filosofía integrativa, es decir, considero que toda corriente teórica y terapéutica en el campo de la psicología tiene su utilidad, y al igual que en tantas otras cosas de la vida, la diversidad enriquece la experiencia.

He tenido el gusto de conversar con muchos colegas acerca de este tema de corrientes psicodinámicas y cognitivo conductuales, sus parecidos y diferencias y comenté que a pesar de mi corte cognitivo, en mis consultas sigo prestando muchísima atención a la transferencia y contratransferencia.

Transferencia: La función psíquica mediante la cual un sujeto transfiere inconscientemente y revive, en sus vínculos nuevos, sus antiguos sentimientos, afectos, expectativas o deseos infantiles reprimidos.

Contratransferencia: Conjunto de las reacciones inconscientes del analista frente a la persona del analizado y, especialmente, frente a la transferencia de éste.

Esto nos llevo a la interesante pregunta: ¿Existe la transferencia y contratransferencia en la TCC? El libro “Cognitive Behavior Therapy - Basics and Beyond” de Judith S. Beck puede bien considerarse la “biblia” de la TCC, y no mencionan para nada la transferencia y contratransferencia.

El tema me quedo dando vueltas en la cabeza y finalmente di con algo revisando el libro “Learning Cognitive-behavior Therapy: An Illustrated Guide” de Jesse H. Wright. Les comparto lo que aprendí:

La transferencia en la Terapia Cognitivo Conductual (TCC).

"Usted no me entiende, doctor, nunca me entiende (igual
que mi papá...)"
El concepto de transferencia se deriva del psicoanálisis y psicoterapia psicodinámica, pero esta sustancialmente revisado en la TCC para ser consistente con sus teorías y métodos. Como en otras terapias, el fenómeno de transferencia es visto como la recreación en la relación terapéutica de elementos clave de relaciones previas importantes (padres, abuelos, maestros, jefes, colegas). Sin embargo, en la TCC no se enfoca en sus componentes inconscientes o en los mecanismos de defensa sino en las formas de pensar y actuar habituales que se recapitulan en el marco terapéutico. 

Dado que usualmente la TCC es de corta duración, con una alianza terapéutica directa y altamente colaborativa, la intensidad de la transferencia es menor que en la psicoterapia psicodinámica. Además, no es vista como un mecanismo primario o necesario para el aprendizaje o el cambio. Aun así, el estar conscientes de las respuestas de transferencia en los pacientes y la habilidad de usar este conocimiento para mejorar la relación terapéutica y modificar patrones disfuncionales de pensamiento son partes importantes de la TCC.

Al evaluar la transferencia en la TCC, el terapeuta está pendiente de esquemas y patrones comportamentales asociados que probablemente se desarrollaron en el contexto de relaciones significativas pasadas. Esta evaluación sirve dos funciones primarias:

- El terapeuta puede analizar la relación terapéutica y aprender acerca de las creencias centrales y examinar en vivo los efectos de estas cogniciones sobre el comportamiento del paciente en relaciones importantes.

- El terapeuta puede diseñar intervenciones para cercenar cualquier efecto negativo de la transferencia sobre la alianza terapéutica o el desenlace de la terapia.

Si hay evidencias de que una creencia central esta influenciando la relación terapeuta-paciente, el clínico debe considerar las siguientes preguntas:

¿Es la transferencia un fenómeno saludable o productivo? 

De ser así, el terapeuta puede abstenerse de comentar al respecto y permitir que siga su curso.

¿Cree que hay potencial para efectos negativos de la transferencia?

Quizás el estado actual de la transferencia sea neutral o benigno, pero existe la posibilidad de complicaciones. Se debe planear anticipadamente y tomar acciones preventivas para evitar problemas futuros, tales como colocar límites estrictos y detallar directrices detalladas para la alianza terapéutica.

¿Hay una reacción de transferencia que requiere de atención inmediata?

Si la reacción de transferencia interfiere con la colaboración, bloquea el progreso o tiene efecto destructivo sobre la terapia, el terapeuta debe tomar acción. Las intervenciones pueden incluir psico-educación sobre el fenómeno de transferencia, uso de técnicas estándar de TCC para modificar pensamientos automáticos y esquemas involucrados en la transferencia, practicar comportamiento alternativos más saludables, etc.

La contratransferencia en la Terapia Cognitivo Conductual (TCC).

"¡Es que tu nunca me escuchas, eres mi paciente
pero no me escuchas (igual que mi hijo...)!"
El terapeuta debe estar alerta a posibles reacciones de contratransferencia que puedan estar interfiriendo con el desarrollo de una relación terapéutica colaborativa. La contratransferencia en la TCC ocurre cuando la relación con el paciente activa pensamientos automáticos y esquemas en el terapeuta, y estas cogniciones tienen el potencial de influir sobre el proceso terapéutico. Como los pensamientos automáticos pueden operar fuera de nuestra plena conciencia una buena manera de detectar posibles reacciones de contratransferencia es reconocer reacciones emocionales, sensaciones físicas y comportamientos que pueden estar siendo estimuladas por nuestras cogniciones.

¿Indicadores comunes de que puede estar ocurriendo una reacción de contratransferencia?

- Sentirse enojado, tenso o frustrado con el paciente;

- Aburrirse en la terapia;

- Sentir alivio cuando el paciente está atrasado o cancela la cita;

- Tener dificultades repetidas trabajando con un tipo particular de trastorno, conjunto de síntomas o dimensión de la personalidad;

- Sentirse atraído particularmente a cierto paciente.


Las teorías y métodos de la TCC pueden usarse por parte del terapeuta para manejar y entender la reacción. Primeramente se deben identificar los pensamientos automáticos y esquemas, y entonces trabajar en modificarlos.

Bueno, espero que este tema les haya parecido interesante y me encantaría escuchar sus ideas, comentarios, preguntas y experiencias al respecto. Seguro a todos nos ha pasado alguna vez sentir estas reacciones de contratransferencia con uno que otro paciente, después de todo, somos humanos y lo importante es detectarlas a tiempo y hacer lo necesario para asegurar el bienestar del paciente y de la relación terapéutica. ¡Ya saben, que estén bien! - Izzy

Fragmentos extraídos del libro “Learning Cognitive-behavior Therapy: An Illustrated Guide” de Jesse H. Wright.

Aspectos fundamentales de la terapia EMDR.


Les cuento, Sara Staggs es terapeuta especializada en trauma en el DC Rape Crisis Center (una agencia que atiende sobrevivientes de violencia sexual) y apasionada acerca del TETP (trastorno de estrés post traumático), trauma y violencia sexual. Pueden conocer más sobre ella y su trabajo a través de su página “On Trauma Therapy”.

¿Saben qué me encantó de su página? En la sección de “About me” inicia con la siguiente frase: “I know the terror of being betrayed by your body with trauma symptoms.” (Conozco el terror de ser traicionados por sus propios cuerpos con síntomas de trauma). ¡No se imaginan cómo estas palabras tan sencillas resuenan y tienen tanto significado para quienes han sufrido algún tipo de trauma o han sobrevivido eventos traumáticos en sus vidas!

En su artículo “5 Things to Know About EMDR” habla acerca de la terapia EMDR, y como se trata de un enfoque terapéutico que me fascina y sobre el cual he tenido poca oportunidad de hablar, decidí compartir fragmentos de su artículo con ustedes, espero les guste y que la terapia EMDR sea un tema más recurrente en mis blogs.

El trauma se almacena en el cuerpo.

Los sobrevivientes de violación pueden encontrar que ciertas posiciones durante la actividad sexuales repentinamente resultan en una respuesta traumática, de igual manera que los sobrevivientes de asalto se encuentran reaccionando agresivamente y por reflejo antes personas que se les acercan por detrás.

De igual manera en que podemos entrenar a nuestro cuerpo por medio de los deportes, el combate o la defensa personal, para responder por reflejo ante distintas circunstancias, tiene sentido que el trauma se almacene en nuestro cuerpo como otro tipo de circunstancia que requiere de una reacción de reflejo.

La terapia EMDR utiliza la conciencia somática y posterior descarga para trabajar con recuerdos traumáticos.

Cómo son las redes de recuerdos.

Los recuerdos se entrelazan entre sí formando redes, y estas redes se forman por medio de emociones. Si de niños tenemos una experiencia traumática o muy humillante nos causa una profunda impresión y toda experiencia posterior que se sienta de igual forma será agregada a la red.

Cuando se procesa el trauma, se trabaja hacia atrás a partir de un activador o disparador actual (lo que sea que activa en nosotros la respuesta de trauma) hacia los demás recuerdos en la red y a menudo hasta llegar al recuerdo original (el que inicio la red, muchas veces un evento que ocurrió en nuestro infancia).

Los recuerdos traumáticos a menudo involucran una creencia falsa.

Estas redes de recuerdos compuestas por emociones pueden identificarse en base a la creencia central unida a ellas. Si, las creencias centrales son parte de la teoría cognitivo conductual, y aquí se resalta otro aspecto maravilloso de la terapia EMDR, es un enfoque integrativo, que toma en cuenta (y se acopla a) todas las corrientes psicológicas (tanto teóricas como terapéuticas).

Las creencias centrales son los pensamientos más centrales y perdurables, desarrollados desde la infancia, que tenemos acerca de nosotros, los demás y el mundo. Por lo tanto, nuestra red de recuerdos “humillantes” puede estar unido a la creencia central: “Soy un fracaso” o “No soy suficientemente bueno”.

El trauma es un evento o recuerdo que no fue procesado adecuadamente.

Básicamente, los recuerdos traumáticos son verdaderamente abrumadores y no logran ser deconstruidos, evaluados y elaborados de la manera en que los recuerdos no-traumáticos si. En lugar de ello, TODO se guarda (y por esto me refiero a TODO y en CRUDO y SIN PROCESAR, tal cual ocurrió en el momento). Esto significa que guardamos mucho material innecesario que sale a la superficie cuando se activa o dispara el recuerdo, o evitado, dejándonos en vilo ante futuras amenazas (o ante cualquier circunstancia o situación, muchas veces hasta inocua, que dispara el recuerdo y la reacción traumática).

Reprocesar involucra instalar creencias correctas.

A diferencia de las terapias por exposición, la terapia EMDR va un paso mas allá de solamente “desensibilizar”, buscando reprocesar la experiencia del evento traumático para darle un nuevo significado. Entonces, “No soy suficientemente bueno” se convierte en “Soy suficientemente bueno” y esta nueva creencia está completamente internalizada de una manera que no puede lograrse por medio de terapias cognitivas.

¡Saludos y que estén bien! - Izzy

Fragmentos extraídos del artículo: “5 Things to Know About EMDR”, por Sara Staggs.
Imagen: “Broken doll” por AnnMei - http://annmei.deviantart.com/art/Broken-doll-262320676

¿Hablar más de ir a terapia?


Vamos a ser francos, el estigma de ir a terapia existe, nos guste o no. Es algo que la gente asocia con estar enfermos, dañados, locos, etc. Y bueno, hay personas que van a terapia y están “enfermas” porque su salud mental está comprometida, otras tantas no están “dañadas” pero si les han hecho daño o las han lastimado, y otras no están “locas”, pero quizás sufran de un trastorno mental.

También hay personas que van a terapia porque están lidiando con una situación particular muy difícil y necesitan ayuda, guía, orientación y contención. Otras se percatan de que están repitiendo patrones (dándose una y otra vez con la misma pared) y quieren cambiar. Otras quieren entender mejor su historia, la propia y/o la familiar. Muchos van porque desean trabajar en su desarrollo individual y en su crecimiento personal.

Los terapeutas no estamos exentos de nada de esto. Después de todo, somos humanos. El “yo” (ego) está en una lucha constante con su “ello” (el id, o inconsciente) y su “súper yo” (súper ego), mediando entre los deseos de uno y las reglas del otro. Para esto pone en práctica toda una serie de defensas (sanas y naturales en su justa medida) y ante situaciones difíciles, estresantes, traumáticas y límites a veces estas defensas fracasan y caen, permitiendo la entrada del trastorno, el malestar, la enfermedad mental.

Cuando el “yo” del paciente está debilitado, el terapeuta le “presta” el suyo. En la teoría psicodinámica se dice que el terapeuta pone su “yo” sano al servicio del paciente. La palabra clave aquí es “sano”. Cuando tratamos día a día con personas con problemas emocionales y trastornos mentales, nuestra salud mental requiere cuidarse mucho.

Si lo vemos de esta forma, los terapeutas tenemos razones, motivos, derechos y responsabilidades que nos dan permiso para ir a terapia, como seres humanos y como profesionales de la salud mental.

Tomando esto en cuenta, creeríamos que todos los terapeutas vamos a terapia (no necesariamente cierto), y que todos hablamos abiertamente sobre nuestro proceso terapéutico individual (no necesariamente cierto). No hablo de ventilar cada detalle del mismo, sino de ser más abierto al respecto.

No es que tengamos que hacerlo, hablar de ello. Después de todo, cada quien tiene derecho a elegir qué aspectos de su vida personal hace públicos y cuales mantiene en privado. Sin embargo, en el caso de los psicólogos y la terapia, hay buenas razones para hablar de ello.

A mí me gusta hacerlo, y me encanta ver a otros colegas que hacen lo mismo.

¿Por qué? Bueno, primero, porque en Panamá todavía hay mucho estigma y tabú acerca de ir a terapia, y creo que si a los mismos psicólogos nos da pena o vergüenza decir que vamos, ¿cómo esperamos que las demás personas también lo vean como algo normal, positivo y saludable? Para normalizar la terapia, hay que hablar más de ella, empoderarse del proceso terapéutico.

Segundo, aprendemos mucho en terapia. Aprendemos cosas que nos sirven en nuestro desarrollo personal, en nuestro crecimiento individual y también en nuestro trabajo como terapeutas. Elaboramos y entendemos mejor nuestra propia historia, y esto nos permite entender mejor la de nuestros pacientes. Nos hacemos conscientes de los patrones que seguimos repitiendo una y otra vez y aprendemos nuevas alternativas, una mejor manera, una forma más saludable. Disfruto compartir esas cosas, porque uno aprende para poder compartir lo aprendido, o al menos es lo que pienso.

Tercero, creo que como terapeutas, este es uno de esos puntos que no se negocian. Tenemos que ir a terapia o supervisión, no podemos darnos el lujo de descuidar nuestra salud mental y emocional, es nuestra responsabilidad para con nosotros mismos y para con nuestros consultantes. ¡No hay nada peor o más peligroso que un terapeuta que está más revuelto que sus consultantes! Es como una brújula descompuesta, ¡no hay forma de que apunte al norte! Es como un foco dañado, ¡no hay manera que ilumine! ¿Se entiende?

Mientras tanto, yo voy a seguir yendo a terapia, y hablando de ello. Quién sabe, de repente lo que yo les cuento le sirve a alguien con un paciente o cliente, o anima a alguien a ir a terapia o a hablar acerca de su propio proceso. Y todos salimos ganando. - Izzy