El arte de quedar pintado en una esquina.

I. Pintado en una esquina.

Odio quedar pintado en una esquina. Me pasa a menudo. Trazas un plan de acción, haces, dices, ejecutas, y cuando te das cuenta, ahí quedaste, en la maldita esquina. No te queda otra que quedarte ahí parado, sintiéndote varios gradientes de tonto, a esperar que se seque la pintura y logres hacer una salida más o menos digna (más menos que más) o confiar en tus habilidades acrobáticas y gimnásticas, que no son tan buenas como te imaginaste, para emprender la huida, el escape, la fuga; en cuyo caso, dependiendo de qué tan grande es la habitación a cuya esquina te pintaste o qué tan lejos quedaste de la puerta o de la ventana, dejarás un bello rastro de tus pisadas a lo largo de la superficie que acabaste de pintar.

A veces creo que lo mejor es la segunda opción. Claro, dejaste un desastre, pero al menos dejaste algo. Puedes mirar atrás y decir “he ahí las huellas de mi último aprendizaje, la próxima vez seguro calculo mejor”. Es parte aprender a ser más flexible y menos rígido, parte aprender a ser más humano con uno mismo y menos perfeccionista y parte aprender a reírse de uno mismo, porque de seguro no va a ser la última vez que nos pintemos a una esquina nueva, en una habitación nueva, en una casa o un depa nuevo.




II. El psicólogo/escritor, extraño hibrido.

No todos los psicólogos escriben, y no todos los que escriben son psicólogos. El psicólogo/escritor es un extraño hibrido, con el cual habría que sentarse y preguntarle: “Y vos de chiquito, ¿qué querías ser, psicólogo o escritor?” Algo me dice que la mayoría de los niños saben qué es un escritor desde mucho antes de tener la menor idea de qué es un psicólogo.

Yo no sé si de chiquito quería ser un escritor. Mentira, si se, no tenía la menor idea de que eso siquiera existía como una opción vocacional. Obvio que sabía que existían los libros, me gustaba mucho que me los leyeran desde antes de que supiera leerlos por mí mismo (o tirarme en el piso a ver los dibujitos, si no había nadie para descifrarme esos indescifrables símbolos), pero no creo haber dedicado un segundo de mi tiempo infantil preguntándome acerca de quienes los escribían.

Eso sí, desde chiquito, siempre hubo maquinas de escribir en mi casa, ¡y me fascinaban! Podía quedarme horas y horas viendo a mi mamá o a mi papá sentados frente a la máquina, tecleando, jalando la palanca que movía el rodillo, esa sinfonía de ruidos, entre teclas, rodillos en movimientos y el sonido de campanita cuando el rodillo llegaba a su punto final, me maravillaba.

Nada me divertía mas, ni me causaba mayor euforia y éxtasis infantil, que el que mis padres me permitieran sentarme frente a la máquina, pusieran una hoja en blanco en el carril y me dejaran escribir. Y ahí estaba yo, tirando teclas como loco, escribiendo… aunque tenía 4 o 5 años y todavía faltaba mucho para que me enseñaran a escribir.

Mi fascinación por los teclados se manifestaba en cuanto bendito objeto con teclas se cruzara en mi camino en mi día a día y no se salvaban máquinas de escribir, pianos, cajas registradoras, teléfonos, calculadoras, computadoras (claro, muchos años después, cuando las descubrí), etc.

III. Hermosas huellas.

Si bien hay muchas cosas de mi infancia que fui dejando atrás, la fascinación por las teclas, por los teclados y por escribir sigue intacta. Ese chiquito de 4 o 5 años no pensaba ser psicólogo cuando fuera grande, ni tenía idea de lo que era la sexualidad (o si la tenia, pero sin tener idea de saberlo), solo sabía que le fascinaba escribir (aunque no supiera hacerlo y aunque por muchos años disfrutara mucho más el dibujar que el escribir y se imaginara a sí mismo como un dibujante antes que como un escritor), pero por fortuna la psicología y la sexualidad hicieron un buen clic con mis ganas de escribir. Me dan tema.

Por lo menos me quedan dos cosas claras: La primera es que me encanta escribir y las teclas continúan fascinándome. La segunda es que voy a seguir pintándome en una esquina de vez en cuando y de cuando en vez. ¿Y saben qué? Estoy bien con eso, porque tanto la tinta como la pintura secan y dejan una hermosa huella. - Izzy

Café con TCC - VI: Las distorsiones cognitivas.

¿Qué son las distorsiones cognitivas?

Las distorsiones cognitivas son una forma de error en el procesamiento de información. Desempeñan un papel predominante en la psicopatología al producir la perturbación emocional. 

La primera enumeración fue dada por Albert Ellis y fue ampliado por Aaron T. Beck. Las distorsiones cognitivas son las que determinan las creencias desadaptativas (pensamientos automáticos) que producirían la perturbación (reacción emocional y comportamental). 

Estas percepciones y pensamientos distorsionados que realiza el sujeto acerca de sí mismo, del mundo y del futuro, lo llevan a desarrollar estados de ánimo disfuncionales. 

Aprender (y enseñar) a refutar estas distorsiones y sus consecuentes pensamientos negativos, se conoce como reestructuración cognitiva.

Las distorsiones cognitivas más frecuentes.

La lista de distorsiones puede variar de autor en autor y de libro en libro, razón por la cual para propósitos de este post, alteré el listado como aparece originalmente en mi tesis acorde al listado de distorsiones cognitivas citado por Judith Beck en el libro “Cognitive Behavior Therapy - Basics and Beyond”:

Pensamiento de todo o nada (pensamiento dicotómico o en blanco y negro): Se refiere a ver los eventos o las personas bajo la lupa del todo o nada. Ejemplo: “Toda esta relación fue una porquería.”.

Adivinación del futuro (catastrofización): El sujeto predice que las cosas van a ponerse peor o algún peligro está por llegar. Ejemplo: “¿Para qué estudiar si voy a fracasar?”.

Descalificar o descartar lo positivo: Consiste en atribuir que los talentos y logros (todo lo positivo) que uno tiene o que otros obtienen son triviales. También se le conoce como minimizar lo positivo. Ejemplo: Una joven profesional, con una excelente carrera y graduada con honores, al hacer una revisión de su rendimiento laboral describe los éxitos obtenidos desvinculando los esfuerzos realizados o desconociendo que gracias a sus habilidades se pudo llegar a la meta propuesta.

Razonamiento emotivo: Dirigir los juicios en base a los sentimientos. Ejemplo: “Mi compañero de trabajo se ha estado quedando hasta tarde en la oficina con nuestra jefa. Siento celos y sospecho de mi compañero. Basado en estos sentimientos, concluyo que mi compañero debe de estar manteniendo un amorío con ella.”

Rotulación (etiquetación): Asignar rótulos o rasgos negativos globales a uno mismo o a otros. Ejemplo: “Yo soy un/a inútil.”

Magnificación/minimización (magnificar lo negativo y minimizar lo positivo): Subestimar y sobreestimar la manera de ser de eventos o personas. Ejemplo: “No me has llamado, me quiero morir.” “Sacaste un 10 en el examen. Seguro eran preguntas facilísimas.”

Filtro mental (abstracción selectiva): Enfocar y seleccionar solo los puntos negativos y no ver los positivos. Ejemplo: Una persona obtiene una mala calificación en un área de su desempeño y una excelente apreciación general sobre sus cualidades, carácter y dedicación; sin embargo desecha estas últimas y considera que ha fracasado totalmente basado solamente en la mala calificación.

Lectura de la mente: El sujeto supone que conoce lo que la gente está pensando sin tener suficientes evidencias sobre sus pensamientos. Ejemplo: “Yo sé que ella está pensando que yo no estoy preparada para este trabajo.”

Generalización (o sobre-generalización): Hace referencia a tomar casos aislados y generalizar su validez para todo. Ejemplo: “Ella no vino a la cita. Todas las mujeres son unas malditas.”

Personalización: También conocida como falsa atribución, consiste en asumir que uno mismo u otros han causado cosas directamente, cuando muy posiblemente no haya sido el caso en realidad. Cuando se aplica a uno mismo puede producir ansiedad y culpa, y aplicado a otros produce enojo exacerbado y ansiedad de persecución. Ejemplo: “A mi madre le dio un ataque. Tiene que ser culpa mía por no haberla llamado desde hace días.”

Expresiones con “debe” o “debería” (exigencias, demandas): Se trata de concentrarse en lo que uno piensa que "debería" ser en lugar ver las cosas como son, y tener reglas rígidas que se piensa que deberían aplicarse sin importar el contexto situacional. Ejemplo: “Aunque la haya mandado al diablo, debería de llamarme para ver cómo estoy.”

Visión de túnel: Solo se ven los aspectos negativos de una situación. Ejemplo: “El profesor de mi hijo no puede hacer nada bien. Es criticón e insensible y pésimo educador.”

Ya saben, la próxima vez que se encuentren sintiéndose o actuando mal, deténganse un momento y háganse la siguiente pregunta: “¿En qué estoy pensando?” Es probable que detecten una (o varias) distorsiones cognitivas en su forma de pensar que no les están haciendo nada de bien y que no vendría mal cambiar por pensamientos más sanos, realistas, flexibles y adaptativos. - Izzy.

Próxima parte: Práctica de la Terapia Cognitiva.

Café con TCC - V: La Terapia Cognitivo Conductual (T.C.C.) - I.

El esquema básico.

La Terapia Cognitiva está basada en el modelo cognitivo que postula que las emociones y conductas de las personas están influidas por su percepción de los eventos.




Las reacciones pueden ser Emotivas, Conductuales o Fisiológicas. Los pensamientos automáticos son los pensamientos evaluativos, rápidos y breves que no suelen ser el resultado de una deliberación o razonamiento, sino más bien parecen brotar automáticamente.

Los pensamientos automáticos surgen de las creencias. Estas creencias son ideas que son tomadas por la persona como verdades absolutas.

Las creencias más centrales o creencias nucleares son interpretaciones tan fundamentales y profundas que las personas frecuentemente no las expresan ni aun a sí mismas, o no tienen clara conciencia de ellas. Estas creencias nucleares desarrolladas desde la infancia consisten en definiciones, evaluaciones o interpretaciones de sí mismos, de las otras personas y de su mundo.

Las creencias nucleares representan el nivel más profundo, fundamental, rígido y global de interpretación, que influye en los otros niveles. Los pensamientos automáticos representan el nivel más superficial de cogniciones. Entre ambos niveles están las creencias intermedias. Las creencias intermedias están constituidas por:

- Reglas (normas).

- Actitudes.

- Supuestos.


La disfuncionalidad.

Se consideran disfuncionales a los pensamientos que:

- Distorsionan la realidad.

- Son causa de perturbación emocional (emociones disfuncionales).

- Interfieren con la capacidad del paciente para lograr sus metas.


Los pensamientos se pueden evaluar en función de dos conceptos:

- Su validez (ajuste a la realidad).

- Su utilidad o consecuencias (concepción pragmática).


Un pensamiento puede ser disfuncional por uno o más de los siguientes criterios:

- No coinciden con los hechos observables (realidad).

- Aunque se ajustan a la realidad en la observación, incluyen conclusiones erróneas.

- Generan consecuencias disfuncionales, indeseables o que dificultan o impiden el logro de los objetivos de la persona.


Las causas de los pensamientos disfuncionales.

En principio, la terapia cognitiva tiene una visión integrada del origen o causa de los esquemas y respuestas inadaptadas: Las causas genéticas y orgánicas se suman a las experiencias vividas, el entorno y el aprendizaje social. Esta teoría reconoce en las personas la predisposición a determinadas formas de distorsión cognitiva (vulnerabilidades cognitivas), que a su vez predisponen a determinados síndromes.

Las estrategias y los esquemas.

Según Beck las estrategias son formas de conducta o respuestas destinadas a servir a metas biológicas. En los seres humanos el término puede aplicarse tanto a las conductas o respuestas adaptadas como a las inadaptadas.

La integración de los datos sensoriales brutos y la adscripción de significado es función de un orden superior de estructuración conformado por esquemas: estructuras cognitivas que integran y adscriben significado a los datos sensoriales percibidos. El contenido de estos esquemas puede referirse a las relaciones interpersonales o a categorías impersonales (objetos inanimados concretos o abstractos).

El origen de los esquemas.

Este modelo atribuye un origen mixto genético-cultural a los esquemas. Considera lo genético como tendencias innatas sobre las cuales incidirán las experiencias vitales (circunstancias e influencias del entorno).

Cualidades o características de los esquemas.

- Nivel energético o de activación (de latentes a hiperactivos).

- Amplitud (de reducidos a amplios).

- Flexibilidad (de modificables a impermeables).

- Tema (personales, familiares, religiosos, sexuales, etc.).

- Área o componentes (cognitivos, conductuales, emotivos o motivacionales).

- Profundidad o nivel (de nucleares a periféricos).


La triada cognitiva.

Alford y Beck definen como triada cognitiva a los significados o interpretaciones inadaptadas o disfuncionales que la persona hace de:

- Sí mismo.

- Su entorno contextual o sus experiencias.

- Su futuro (metas).


Próxima parte: La Terapia Cognitiva Conductual (T.C.C.) de Aaron T. Beck – II.

Meterse el pie en la boca.

Era súper cute cuando lo hacíamos siendo bebés, eso de meternos el pie en la boca; cuando ya somos adultos, no tanto. Sin embargo, a todos nos ha pasado en algún momento. Decimos algo sin pensarlo demasiado, llevados más por la emoción que por la razón y cuando nos damos cuenta, nos metimos el pie en la boca.

"¿Yo dije eso? ¡Pero si todavía ni aprendí a hablar!"

Hablamos, quizás, desde un lugar equivocado. Hablamos desde nuestra ignorancia, intolerancia, prejuicios, ego herido, indignación neurótica, narcisismo magullado, autoestima abollada, resentimiento, amargura, odio, dolor, tristeza, rigidez, miedos; temas, duelos y procesos no elaborados, elaborados a medias o mal elaborados; sombras y proyecciones. Hablamos desde nuestro estado ego niño o padre en lugar de hacerlo desde nuestro adulto, como debería ser.

Pasa bastante en redes sociales.

Se supone que los profesionales de la salud mental hagamos lo posible por no caer en esto, pero al final del día somos tan humanos e imperfectos como cualquiera, seguro que de vez en cuando y de cuando en vez vamos a meter la pata, ¡y de qué manera! En esos momentos, espero nuestro ego y narcisismo no nos cieguen e impidan aceptarlo, tomar responsabilidad y aprender de nuestros errores. 

Porque muchas de las personas que nos leen le dan cierto peso a lo que decimos, cierto valor, y si dan por apropiado y correcto algo que expresamos desde un lugar inapropiado e incorrecto, estamos haciendo bastante daño. 

Es por eso que les pido que nos lean desde un lugar adecuado. Con mente abierta, con criterio formado, con opinión propia. No se crean ni den por hecho todo lo que decimos y expresamos. Que nos lean haciendo caso siempre a su intuición, a su instinto, a su propia brújula. 

"Es impresionante que seas suficientemente flexible para meterte 
el pie en la boca y la cabeza en el trasero al mismo tiempo."

Aprendan a detectar y reconocer cuando alguien escribe, habla o se expresa desde un lugar equivocado. Si se fijan bien, lo van a notar. La sombra siempre se delata cuando se escabulle por ahí. Muchas veces no hace falta ser psicólogo para darse cuenta, con ser humano basta y sobra.

Es más fácil darse cuenta cuando lo que se expresa o se dice va dirigido a otra persona o grupo de personas, a veces hasta un género entero (por ejemplo, esos comentarios generalizados que empiezan con un “Todos los hombres…” o un “Todas las mujeres…”). 

Casi siempre se hace de una forma indirecta, sin decir que se está hablando de alguien en particular, pero se sabe, porque la negación es una defensa perfecta para quien la usa e imperfecta para quienes la perciben. 

Pero usualmente, cuando lo que decimos informa más (y peor) acerca de nosotros que de aquellos a quienes nos referimos, es una buena señal de que estamos metiéndonos el pie en la boca.

O como dice mi terapeuta: “Cuando apuntas el dedo a alguien, estás apuntando tres hacia ti al mismo tiempo.

Freud era un maestro en encontrar símbolos fálicos en casi todo lo que veía, y dicen por ahí que una vez alguien le preguntó qué simbolizaban los cigarros que tanto disfrutaba fumar. La supuesta respuesta de Freud fue: “A veces un cigarro es solo un cigarro.” 

Y a veces meterse el pie en la boca es solo meterse el pie en la boca, no lo confundamos con perlas de sabiduría. - Izzy

Café con TCC - IV: Práctica de la Terapia Racional Emotiva Conductual (T.R.E.C.)


Los estilos.

Para la discusión o refutación de las creencias el terapeuta puede utilizar diversos estilos:

Estilo Socrático: Lleva a las conclusiones a través de preguntas orientadas.

Estilo Didáctico: Brinda información, explicación, etc.

Estilo Humorístico: Muestra la evidencia a través de lo cómico de una creencia irracional.

Estilo Auto-revelador: Ilustra argumentos con ejemplos de su propia experiencia, de su vida personal.

Estilo Metafórico: Ilustra conceptos con metáforas (“Es como si…”) referidas a temas que resultan familiares al cliente.

Los pasos del abordaje de las demandas.

Para abordar y refutar las demandas es necesario cumplir los siguientes pasos:

1. Establecer el vinculo, definir el/los problema/s y acordar el/los objetivo/s.

2. Elegir por cuál problema empezar.

3. Determinar y evaluar “A” y “C”.

4. Explicar la relación A-B-C si el paciente lo necesita.

5. Evaluar si hay “C” secundarias.

6. Determinar “B”.

7. Mostrar la relación entre “B” y “C” hallados.

8. Refutar las “B” irracionales.

9. Refutar auto-condena y condenas globales (si hubieran).

10. Determinar la “E” (la “B” racional y eficaz).

11. Enfatizar la importancia y necesidad de las tareas de auto-ayuda.

12. Analizar y prevenir contingencias y resistencias en las tareas.

13. Acordar las tareas de auto-ayuda a realizar.

14. Solicitar feed-back y conclusiones.

El “ABC” ampliado.

Teniendo en cuenta el proceso terapéutico, Ellis propone la ampliación del modelo “ABC” que puede presentarse como “ABCDEF”. Las nuevas letras representan:

“D” (“disputing”): La discusión de las creencias o refutación de las creencias irracionales.

“E” (“effective belief”): La incorporación de una nueva creencia de carácter eficaz, funcional y saludable (racional).

“F” (“feeling”): El nuevo sentimiento o emoción, luego de haber modificado las creencias.

Imaginación Racional Emotiva (IRE).

Consiste en hacer que el cliente imagine la situación que le perturba, hasta desarrollar la misma emoción. Se le pide seguir vivenciando la situación, modificando su sentimiento hasta llegar a uno más moderado, apropiado o funcional. La experiencia permite al cliente descubrir:

- Que para modificar sus sentimientos (C) tuvo que modificar lo que pensaba (B) sobre el acontecimiento (A).

- Qué pensamientos tenía antes y qué pensamientos tuvo después (que le permitieron una reacción y emoción apropiadas).

- Su comprobada capacidad de realizar ese cambio de pensamientos para lograr no trastornarse.

Role-playing y psicodrama.

La actuación dramática es un estado intermedio entre la fantasía y la realidad: La modalidad es ficticia pero la experiencia emotiva es muy real. La modalidad ficticia nos permite hacer cosas que aún se encuentran fuera de nuestro alcance en la vida real (expresar emociones temidas, cambiar patrones de conducta, revivir experiencias pasadas). La experiencia emotiva real nos permite conectarnos con los pensamientos que generan dichas emociones y también ensayar nuestras conductas posibles en condiciones emotivas equivalentes a las reales en las situaciones representadas.

Las tareas de auto-ayuda.

La prescripción de tareas para el hogar es un elemento habitual de la TREC. El objetivo específico de la asignación de tareas puede ser, entre otros:

- Cambiar una conducta disfuncional o establecer una adecuada.

- Reducir los pensamientos irracionales y reemplazarlos por otros más útiles.

- Determinar qué tan bien ha entendido el cliente los principios básicos de la TREC.

- Generar un hábito de afrontamiento de las situaciones que le permita una respuesta emotiva y conductual funcional.

Entre las diversas tareas de auto-ayuda se incluyan aquellas orientadas a leer, escuchar, escribir, imaginar, pensar, relajarse o distraerse y hacer. Estas tareas son el corazón del proceso terapéutico y representan la profundización de lo descubierto en la evaluación y discusión de las creencias irracionales para lograr un cambio real y perdurable.

Tres “insights” necesarios para el paciente.

Para el éxito terapéutico se requieren tres “insights” del paciente. Son los siguientes:

- Las personas no se perturban por los acontecimientos sino por lo que piensan sobre los acontecimientos.

- Podemos modificar nuestras formas habituales de reaccionar ante determinadas situaciones.

- Para lograr el cambio necesito aportar mi esfuerzo y tener perseverancia.

Próxima parte: Terapia Cognitiva Conductual (T.C.C.) - Pt. I

El lado “B” de los trastornos obsesivo-compulsivos.

Desde una perspectiva más fría, clínica y de enfoque psicopatológico, los trastornos mentales menos comunes, más raros, extraños e inusuales suelen ser los más interesantes y fascinantes. Es parte de nuestra sombra como psicólogos y terapeutas que así sea. Yo no voy a ser quien haga de cuenta que no es así.

Muchos de estos trastornos no llegan al DSM, se mencionan brevemente dentro del paraguas de algún otro desorden, se incluyen en la bolsa de “trastornos relacionados no especificados” o quedan en lista de espera a la próxima edición, usualmente porque debido a su rareza afectan a poblaciones clínicas demasiado pequeñas como para ser estadísticamente significativas, pero por ahí están, son el lado “B” de los trastornos mentales.

Con la edición del DSM 5, el trastorno obsesivo-compulsivo, que solía categorizarse bajo los trastornos de ansiedad durante el reinado del DSM-IV, tiene ahora su propia categoría: Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados.

El trastorno obsesivo-compulsivo se caracteriza por la presencia de obsesiones (Pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan como intrusas o no deseadas, y que causan ansiedad o malestar importante) y/o compulsiones (Comportamientos o actos mentales repetitivos que el sujeto realiza como respuesta a una obsesión o de acuerdo con reglas que ha de aplicar de manera rígida).


El lado “A”.

Con la nueva categorización del DSM 5 se incluyen en el espectro obsesivo-compulsivo trastornos nuevos, así como otros pre-existentes que antes formaban parte de otra categoría o grupo diagnostico, tales como:

Trastorno dismórfico corporal: Preocupación por uno o más defectos o imperfecciones percibidas en el aspecto físico que no son observables o parecen sin importancia a otras personas.

Trastorno de acumulación: Dificultad persistente de deshacerse o renunciar a las posesiones, independientemente de su valor real.

Tricotilomanía (trastorno de arrancarse el pelo): Arrancarse el pelo de forma recurrente, lo que da lugar a su pérdida.

Trastorno de excoriación (rascarse la piel): Dañarse la piel de forma recurrente produce lesiones cutáneas.

También tenemos el Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados inducidos por sustancias/medicamentos y debido a otra afección médica.

El lado “B”.

Los trastornos obsesivo-compulsivos del lado “B” nos llevan en un viaje por el globo, ya que se trata de trastornos culturalmente vinculados, es decir, característico de las culturas, creencias y costumbres particulares de cada región. Entre ellos tenemos:

Shubo-kyofu: Variante de taijin kyofusho (una forma japonesa de fobia social) que es similar al trastorno dismórfico corporal y se caracteriza por miedo excesivo a tener una deformidad corporal. Se trata de un síndrome vinculado culturalmente al Japón. La diferencia con el trastorno dismórfico corporal yace en las diferencias culturales entre occidente y oriente. En Japón, el énfasis se coloca sobre el grupo, a expensas del individuo. ¿Qué significa esto? En el trastorno dismórfico corporal, el temor es de vergüenza debido a la deformidad, mientras que en el shubo-kyofu, el temor yace en que la deformidad personal avergüence u ofenda a las otras personas presentes. Puede aparecer a cualquier edad y a menudo empeora a través del tiempo si no es tratada. Quien la sufre se enfoca obsesivamente en una parte del cuerpo. El foco puede cambiar, pero el miedo se enfoca en una parte a la vez. En Japón, al igual que los demás subtipos de taijin kyofusho , el shubo-kyofu se trata con terapia Morita.

¿En qué consiste la terapia Morita? Bien, el problema con los síndromes vinculados a una cultura específica (en este caso, oriental) es que son resistentes a la medicina y terapia occidentales. Desarrollada alrededor de 1910, la terapia tradicional Morita es una progresión en cuatro fases altamente regimentada diseñada para ayudar al cliente a aprender a aceptar y redirigir sus pensamientos. La fase uno implica reposo en cama en aislamiento total. Las fases dos y tres se enfocan en el trabajo (escribir un diario, trabajo manual y lecturas sobre la importancia de la auto-aceptación y el esfuerzo positivo) y solamente la fase cuatro incluye técnicas terapéuticas.

Koro: Relacionado con el síndrome dhat (una condición encontrada en las culturas del subcontinente indio en la cual los pacientes varones reportan sufrir de eyaculación prematura o impotencia, y creen estar pasando semen en la orina), un episodio súbito de ansiedad intensa de que el pene (o la vulva y los pezones en las mujeres) se retraerá en el cuerpo y posiblemente causará la muerte. Es un síndrome vinculado culturalmente y tiene ocurrencia global, con un historial de casos de histeria masiva en África, Asia y Europa. 

Jikoshu-kyofu: Variante de taijin kyofusho que se caracteriza por miedo a tener un olor corporal desagradable. También se denomina síndrome de referencia olfativo, un trastorno mental en el que hay una falsa creencia y preocupación persistente sobre la emisión de olor(es) corporal(es) anormal(es) que son desagradables y ofensivos para otros individuos. Quienes padecen este síndrome a menudo malinterpretan los comportamientos de los demás como referenciales a un olor corporal que en realidad no existe y no puede ser detectado por otras personas. Este trastorno suele ir acompañado de vergüenza, angustia significativa, conducta de evitación, fobia social y aislamiento social.

Ya saben, ¡que estén bien! - Izzy

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Café con TCC - III: Terapia Racional Emotiva Conductual (T.R.E.C.) - Creencias irracionales habituales.


Las creencias irracionales habituales.

Ellis enuncia las siguientes 11 creencias irracionales que incluyen demandas y otros supuestos que considera los más característicos de los pacientes, de acuerdo a su experiencia clínica:

1) Los humanos adultos tienen una imperiosa necesidad de ser amados o aprobados por toda otra persona significante en su comunidad.

2) Uno debe absolutamente ser competente, adecuado y exitoso en todas las cosas importantes o, caso contrario, uno es una persona inadecuada o inservible.

3) Las personas deben absolutamente actuar honradamente y consideradamente y, si no lo hacen, son unos villanos condenables. La gente es sus actos malos.

4) Es tremendo y horrible cuando las cosas no son exactamente como uno desearía ardientemente que fueran.

5) Las perturbaciones emocionales son causadas externamente y las personas tienen poca o ninguna capacidad para aumentar o disminuir sus sentimientos y conductas disfuncionales.

6) Si algo es, o puede ser, peligroso o temible uno debe estar constante y extremadamente preocupado por ello y seguir haciendo hincapié en la posibilidad de que ocurra.

7) Uno no puede enfrentar las responsabilidades y dificultades de la vida y es más fácil evitarlas.

8) Uno debe ser completamente dependiente de los otros y necesitarlos y uno principalmente no puede conducir su propia vida.

9) Nuestra historia pasada es un importante total determinante de nuestra conducta actual y, si algo ha afectado alguna vez fuertemente nuestra vida, deberá tener indefinidamente similar efecto.

10) Las perturbaciones de las otras personas son horribles y uno debe sentirse sumamente alterado por ellas.

11) Invariablemente existe una correcta, precisa y perfecta solución para los problemas humanos y es tremendo si no se puede encontrar.

Ellis observa que todas las demandas absolutistas pueden agruparse en tres clases:

- Demandas sobre uno mismo (“yo debo…” o “yo necesito…”).
- Demandas sobre los otros (“él debe…” o “tú debes…”).
- Demandas sobre el mundo (“el mundo o la vida debe…”).

Origen de las creencias irracionales.

Según J. Camerini (2004), si bien Ellis reconoce la influencia cultural y parental en la transmisión de los valores, metas y normas de conducta que dan pie a las creencias, le asigna importancia también a lo que considera una tendencia natural e innata de los seres humanos consistente en ser altamente influenciables por esos mensajes y a transformarlos creativamente en demandas rígidas y absolutistas.

Los derivados.

Las creencias irracionales nucleares (demandas absolutistas) traen aparejadas:

- La tremendización o exageración del daño o significado del hecho.
- La no-soport-itis o baja tolerancia a la frustración (BTF).
- La condena global de uno mismo, de otras personas o del mundo.

Los síntomas secundarios.

La teoría también considera las “C” secundarias y terciarias (consecuencias o síntomas secundarios y terciarios). El concepto se basa en que a veces una emoción o conducta puede ser percibida por la persona como un acontecimiento secundario y, de acuerdo a lo que piense sobre el generar otra emoción o conducta secundaria. De la misma manera, pensando sobre el síntoma secundario se puede llegare a uno terciario, y así sucesivamente.

Auto-aceptación versus autoestima.

Respecto al concepto de autoestima, Ellis considera que implica una auto-evaluación o calificación en una escala de valores que se origina a partir de:

- Nuestros éxitos o fracasos con relación a metas o ideales;
- Las opiniones (reales o supuestas) de otras personas (en especial las significativas) sobre nosotros.

Esto resulta una fuente de trastornos, ya que puede conducir tanto a una sobre-valoración insostenible como a una desvalorización peligrosa ante los fracasos o rechazos. Además, es un concepto irracional, por cuanto:

- Nadie tiene éxito en todo ni fracasa en todo y es imposible asignar un valor general a una persona como tal.
- Lo apropiado es calificar a las acciones y no a las personas.
- La opinión de otros no puede modificar lo que realmente somos.

Como alternativa, Ellis propone el concepto de auto-aceptación consistente en algo que podría llamarse el amor incondicional a nosotros mismos, querernos y valorarnos por el hecho de existir, sin calificarnos en ninguna escala de valores.

Encuadre filosófico humanista.

La orientación humanista de la TREC se destaca por:

- El reconocimiento y aceptación de las personas como humanos falibles.
- La ubicación del hombre en el centro de su universo, es decir como el principal responsable de alterarse o no.

Próxima parte: La Terapia Racional Emotiva Conductual de Albert Ellis (Modelo T.R.E.C.) - Práctica de la T.R.E.C.

Rompehechizos y perduraprofecías.

Mi terapeuta siempre me dice que toda persona que llega a tu vida lo hace para dejarte una enseñanza. Yo creo lo mismo, a sabiendas de que esto no es siempre tan evidente, ni tan sencillo de conciliar. Y es que hay personas que llegaron a nuestras vidas y desearíamos jamás lo hubieran hecho, de igual manera que hay quienes ya se fueron y deseamos se hubieran quedado. ¿Qué les puedo decir?, así es la vida, un eterno proceso de aprendizaje.

Más aprendo de mis mentores, guías, supervisores, colegas, pacientes, libros y todo lo demás también, más me doy cuenta de que para muchos, o quizás para todos, nuestra vida adulta tiene todo que ver con dar significado a nuestra infancia, a los anhelos que quedaron en anhelos, en las estrategias de supervivencia que ya no sirven y hay que cambiar o actualizar, en las dinámicas y patrones que hay que romper, para no seguir en esos círculos toxicas, viciosos y perpetuos que parecen permanecer por generaciones en tantas dinámicas familiares.

Y he aquí donde entran los “rompehechizos” y “perduraprofecías”. Quienes lleguen a nuestras vidas podrán cumplir uno u otro rol. Si se ponen a pensarlo, quizás se den cuenta quienes en sus vidas han sido “rompehechizos” y quienes, por el contrario, se ganaron el título de “perduraprofecías”.

Los “rompehechizos” o rompedores de hechizos son aquellas personas que llegan a nuestras vidas y nos abren los ojos, nos quitan la venda, nos regalan una forma nueva de ver el mundo, a los demás y a nosotros mismos. ¡Son esas personas que nos ayudan a crecer! Los que nos dan permiso para dejar de ser o hacer (dejar de ser la víctima, dejar de hacer todo por los demás y nada por nosotros) o para ser y hacer (ser nosotros mismos, hacer lo que nos apasiona). Me gusta pensar que los “rompehechizos” no son “seres de luz”, “iluminados” ni nada por el estilo, sino seres que al haber hecho las paces con su sombra y habiendo reclamado como propios sus aspectos buenos y malos, positivos y negativos, son libres de darse el permiso de compartir su luz, sin negar su sombra.

Los “perduraprofecías” o perduradores de profecías son aquellas personas que, por el contrario, llegan a nuestras vidas como viva encarnación de la repetición de todo aquello de lo que necesitamos liberarnos. Son la piedra perpetua con la que amamos darnos de frente, a toda velocidad y a todo color. Nuestro sabor predilecto de toxicidad. Son los que prefieren que vayamos por la vida con los ojos cerrados, con la venda bien puesta y con la visión más sombría, amenazante y distorsionada del mundo, los demás y nosotros mismos. ¡Son esas personas que no quieren que crezcamos, porque ellos tampoco han podido hacerlo! Son quienes en lugar de repartir permisos, nos legan profecías destinadas a cumplirse: seguir repitiendo el mismo patrón, perpetuar las dinámicas familiares disfuncionales, crecer y vivir acostumbrados a respirar toxicidad. Los “perduraprofecías” le tienen terror a su sombra, todo lo ven proyectado en los demás: lo bueno, lo malo, lo positivo y lo negativo. Tienen mucho miedo de “mirar para adentro”. Y cuando se vive peleado con la sombra, es imposible tener luz para compartir.

Como adultos, tenemos el permiso para elegir quienes queremos ser, tanto en nuestras vidas como en las de los demás, un “rompehechizos” o un “perduraprofecías”. Y ustedes, ¿quién prefieren ser? - Izzy

Café con TCC - II: Terapia Racional Emotiva Conductual (T.R.E.C.) - El ABC de la teoría.



La Terapia Racional Emotiva Conductual (T.R.E.C.) de Albert Ellis - El A-B-C de la teoría.

Ellis, citado por J. Camerini (2004), considera que el núcleo de su teoría está representado por una frase atribuida al filosofo estoico griego Epícteto: “Las personas no se alteran por los hechos, sino por lo que piensan acerca de los hechos”. Ellis resumió su teoría en lo que denominó el “ABC” recordando que  “entre A y C siempre está B”.

El A-B-C de la Terapia Racional Emotiva Conductual de Albert Ellis.

A” (“Activating Event”) representa el acontecimiento activador, suceso o situación. Puede ser una situación o acontecimiento externo o un suceso interno (pensamiento, imagen, fantasía, conducta, sensación, emoción, etc.).

B” (“Belief System”) representa en principio al sistema de creencias, pero puede considerarse que incluye todo el contenido del sistema cognitivo (pensamientos, recuerdos, imágenes, supuestos, inferencias, actitudes, atribuciones, normas, valores, esquemas, filosofía de vida, etc.).

C” (“Consequence”) representa la consecuencia o reacción en ocasión de la situación “A”. Las “C” pueden ser de tipo:

Emotivo (emociones)
Cognitivo (pensamientos)
Conductual (acciones)
Físico o fisiológico (somatizaciones o reacciones psicosomáticas)

Las consecuencias (“C”).

Con respecto a las consecuencias, la TREC distingue entre las “apropiadas” (“funcionales” o “no perturbadas”) y las “inapropiadas” (“disfuncionales”, “perturbadas” o “auto-saboteadoras”).

Las emociones son necesarias porque cumplen tres funciones en las personas:

Las emociones nos informan de diversos desequilibrios en nuestra vida.
Las emociones generan la motivación y el impulso o energía necesarios para actuar
        superando las situaciones negativas o desequilibrios detectados.
Las emociones son medios de comunicación para informar a los que nos rodean
        sobre nosotros, nuestros deseos y/o intenciones.

De acuerdo con J. Camerini (2004), ante cada situación reaccionamos con emociones y conductas que dependen de nuestra interpretación sobre ella. Algunas reacciones son más apropiadas o funcionales que otras para lograr nuestras metas. La calificación de una reacción como más o menos apropiada o funcional dependerá de dos consideraciones:

Que la intensidad sea acorde a la situación con referencia a la cual se genera.
Que favorezca:
         - Preservar la vida
         - Preservar la salud
         - Evitar el sufrimiento
         - Resolver el problema
         - Lograr las metas u objetivos de la persona.

Las emociones (o conductas) inapropiadas se caracterizan por:

Causar un sufrimiento innecesario o desproporcionado con respecto a la situación.
Llevar (o implicar) comportamientos “auto-saboteadores” (contrarios a los propios
        intereses u objetivos).
Dificultar (o impedir) la realización de las conductas necesarias para lograr los
        objetivos propios.
Estar asociadas a “creencias irracionales”.

Las cogniciones (“B”).

Con respecto a las cogniciones, para una mejor comprensión de sus conceptos Ellis y Dryden, citados por J. Camerini (2004) ejemplifican algunas de ellas:

Observaciones (no evaluadoras) que se limitan a lo observado: “El hombre está
        caminando”.
Inferencias (no evaluadoras) que incorporan hipótesis o supuestos que pueden ser
        acertados o erróneos: “El hombre que está caminando intenta llegar a la oficina”.
Evaluaciones preferenciales (creencias racionales): “Me gustaría tener pareja”.
Evaluaciones demandantes (creencias irracionales): “Necesito absolutamente
        tener pareja”.

Las evaluaciones demandantes se caracterizan por su rigidez e intolerancia a la frustración.

Es importante diferenciar las inferencias de las creencias, ya que:

Las inferencias pueden ser acertadas (ajustadas a la realidad) o erróneas.
Las creencias pueden ser “racionales” o “irracionales”.

Una creencia irracional se caracteriza por:

Ser lógicamente inconsistente (partir de premisas falsas o resultar de formas
        incorrectas de razonamiento).
Ser inconsistente con la realidad (no concordante con los hechos, distinto a lo
        observable).
Ser dogmatica, absolutista, expresada con demandas (en vez de preferencias o
        deseos).
Conducir a emociones (o conductas) inapropiadas o auto-saboteadoras.
No ayudar (o impedir) el logro de los objetivos de la persona.

Las demandas.

Ellis descubrió que, habitualmente, los pacientes se perturbaban  por tener pensamientos que se basaban en una actitud demandante. Esta se evidenciaba cuando, debajo de otros pensamientos, aparecía alguno que expresaba una demanda o exigencia absolutista, rígida o intolerante. Estas demandas pueden estar dirigidas hacia el mundo, hacia otras personas o hacia nosotros mismos; lo que se conoce como la triada cognitiva.

Estas demandas están expresadas por frases tales como:

Yo debería…
Yo necesito…
El tiene que…
El no debe…
No soporto que…
Es inadmisible que…

Ellis denominó a las demandas absolutistas: “creencias irracionales”. Más allá de las palabras que se elijan para expresar los pensamientos, lo importante es la actitud. No es lo mismo desear que algo sea de una manera que pretender absolutamente que las cosas siempre sean de esa manera.

No es lo mismo desear y hacer lo posible para que ciertas normas se cumplan, que exigir o demandar que siempre el mundo y las personas actúen de acuerdo a esas normas. No es lo mismo luchar para alcanzar ciertas metas y logros que exigir o demandar que absolutamente siempre se deban cumplir.

En cuanto a las normas: fueron hechas para luchar contra ciertas tendencias naturales que, inevitablemente, siguen y seguirán apareciendo. Aceptar la realidad es el primero y único paso posible para tratar de modificarla o adaptarnos a ella. La intolerancia a la frustración no cambia la realidad.

La alternativa es una actitud preferencial, consistente en desear y luchar para lograr metas y deseos, pero aceptar que algunos  pueden no cumplirse y adaptarse a la realidad que no se puede modificar. Se trata de cambiar una demanda por un deseo o preferencia.

Próxima parte: La Terapia Racional Emotiva Conductual (Modelo T.R.E.C.) - Las creencias irracionales habituales.

La elección de terapeuta según Eric Berne.



¡Hola! A continuación les comparto fragmentos del libro “¿Qué dice usted después de decir hola?” por Eric Berne, creador del análisis transaccional.

Berne asignó las relaciones interpersonales a tres estados del ego de las personas involucradas: el estado Padre (el “superyó” de la teoría psicodinámica), Adulto (el “yo” o “ego” de la teoría psicodinámica) y Niño (el “id” o “ello” de la teoría psicodinámica). Entonces investigó la comunicación entre los individuos en función del estado actual de cada uno. Llamó transacciones a estas interacciones interpersonales y uso la etiqueta de “juegos” para referirse a ciertos patrones de transacciones que surgían repetidamente en la vida cotidiana.

Aquí Eric Berne hace referencia al tema de la elección del terapeuta:

A casi todos los terapeutas les gusta pensar que el paciente los escogió a ellos y a su profesión porque en esta elección por lo menos era racional, inteligente y agudo, por muy confuso que estuviera respecto a todo lo demás. Este sentimiento de ser elegido por mérito – el merito de la profesión de uno y también el merito personal - es sano, y es una de las recompensas de nuestra vocación. Todos los terapeutas, por lo tanto, tienen derecho a recrearse en él y a disfrutarlo lo más posible… durante unos cinco o siete minutos. Después de eso, deberían ponerlo en un estante con sus demás trofeos y diplomas, y olvidarlo permanentemente si quieren que el paciente se ponga bien.

Gran cantidad de personas gastan más dinero destruyéndose a sí mismas con licor, drogas y juego que lo que gastarían en la psicoterapia que podría salvarlos.

Si tiene la posibilidad de elegir libremente, el paciente escogerá un terapeuta según las necesidades de su guion… En muchos casos, la elección se ve forzada por consideraciones económicas.

… la mayoría de los pacientes no eligen libremente a los terapeutas sino que son remitidos o asignados por diferentes “autoridades” a un tipo u otro…

Es en la práctica privada, en la que existe la posibilidad de libre elección, donde empiezan a surgir las selecciones “de guion”, particularmente en la elección entre psiquiatras, psicoanalistas, psicólogos… y entre los miembros competentes y los incompetentes de estas profesiones.

Igualmente, al escoger a un psicoanalista, algunos, por razones de guion, escogen al más ortodoxo posible, otros prefieren más flexibilidad y otros van a “analistas” pertenecientes a escuelas independientes. A veces, la edad o el sexo del terapeuta es importante por razones de guion… Los rebeldes a menudo van a terapeutas rebeldes. Las personas con guiones de fracasados escogen los peores terapeutas posibles…

Hay claros indicios de que tres factores están determinados por las directrices del guion del paciente:

1) Si busca algún tipo de ayuda, o solo deja que las cosas sigan su curso.

2) La elección de terapeuta, cuando hay elección.

3) Si la terapia va a tener éxito o no.

Así pues, una persona con guion de fracasada no irá al terapeuta, o puede escoger a uno incompetente. En este ultimo caso, cuando el tratamiento fracasa, él no solo sigue siendo un fracasado, como exige su guion, sino que además tiene otras satisfacciones que saca de su percance; por ejemplo, puede culpar al terapeuta, u obtener una satisfacción por el hecho de ser el “peor” paciente, o alardear de que estuvo en tratamiento diez años con el Dr. X, gastándose miles de dólares, sin ningún provecho.


El análisis transaccional incorpora muchas definiciones que pueden resultar confusas, por lo que incluí un breve glosario de algunos de los términos utilizados arriba:

1. Guion: Un plan de vida basado en una decisión tomada en la infancia, reforzada por los padres, justificado por acontecimientos subsiguientes, y que culmina en una alternativa elegida.

2. Directrices: Mandos (3), patrones (4) y otro material de guion (5).

3. Mandos: Los ajustes, requerimientos (6) y provocaciones (7) que dominan la conducta de guion (8) del individuo.

4. Patrón: Un estilo de vida basado en instrucciones o ejemplos paternos.

5. Material: Estímulos y respuestas paternos con los que el individuo construye su mecanismo de guion (9).

6. Requerimientos: Una prohibición u orden negativa.

7. Provocación: Conducta no adaptable fomentada o exigida por un padre.

8. Conducta de guion: Conducta que parece más motivada por un guion que por consideraciones racionales.

9. Mecanismo: Los siete elementos que componen un guion.

Fragmentos extraídos del libro “¿Qué dice usted después de decir hola” por Eric Berne.

Café con TCC - I: La terapia cognitiva.


La Terapia Cognitiva:

En el año 1956 el Dr. Albert Ellis inicia una nueva corriente en psicoterapia que hoy se conoce con el nombre de Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC).  Algunos años después, en 1962, el Dr. Aaron T. Beck inicia una nueva propuesta en psicoterapia que denomina Terapia Cognitiva (TC), que adquiere gran prestigio por su eficacia para enfrentar la depresión y la ansiedad.  Ambas corrientes, junto con nuevos desarrollos y otras nuevas orientaciones integradoras, conductuales y sociales, están comprendidas en lo que se denomina la corriente cognitiva conductual en psicoterapia.

El paradigma de la psicología cognitiva y de las terapias cognitivas consiste en el principio de la mediación cognitiva. Sintéticamente: La reacción o respuesta emotiva o conductual ante una situación o estímulo está mediada por el proceso de significación o evaluación en relación a los objetivos, metas y deseos de cada persona.

Las estructuras cognitivas, generalmente denominadas esquemas, que dan lugar a las evaluaciones y a las  respuestas, son el resultado de predisposiciones genéticas y del aprendizaje generado a través de las experiencias vividas, propias de cada persona.

Por lo tanto, toda terapia dentro de esta óptica implicará una modificación de estas estructuras con el consiguiente cambio de las evaluaciones que logrará una modificación de las respuestas (emotivas y/o conductuales) del consultante. De esta manera, sin desconocer el enfoque médico biológico de los trastornos, sino sumándose al mismo, este modelo psicoterapéutico aporta al proceso de cambio el concepto de reaprendizaje.

El enfoque cognitivo conductual es cada año más dominante entre las propuestas psicoterapéuticas  y su eficacia  en la práctica clínica es cada vez más reconocida en las investigaciones sobre diversos trastornos, tales como: depresión, adicciones, ansiedad, trastorno de angustia, agorafobia, fobia social, disfunciones sexuales, etc., así como sobre muchos problemas, tales como la violencia, la ira, los conflictos de pareja, etc.

Algunas de las características prácticas más destacadas de este modelo psicoterapéutico son:

  • Su brevedad.
  • Su centrado en el presente, en el problema y en su solución.
  • Su carácter preventivo de futuros trastornos.
  • Su estilo de cooperación entre paciente y terapeuta.
  • La importancia de las tareas de auto-ayuda a realizarse entre sesiones.

Este enfoque apunta al acceso a estructuras muy profundas y a su modificación, con resultados comprobados  y perdurables.

Próxima parte: La Terapia Racional Emotiva Conductual de Albert Ellis (Modelo T.R.E.C.).

Estrés y pérdida de memoria.



¿Cómo se define el estrés?

El estrés es una respuesta normal (e incluso saludable y adaptativa) ante un estresor (evento, situación, estimulo, etc.) específico que percibimos como amenazante, que nos prepara para actuar y moviliza al organismo en caso de emergencia. Es una señal de que algo malo (o algo percibido como una amenaza) está por suceder. Cuando nos sentimos amenazados nuestro organismo reacciona, se prepara para la acción a nivel físico, mental y conductual (nos preparamos para permanecer en el sitio y luchar o huir, la famosa respuesta de lucha o fuga).

¿En qué consiste el estrés “crónico”?

El estrés cumple un rol específico, nos ayuda a reaccionar ante situaciones difíciles y posiblemente peligrosas. El estrés “crónico” sería la respuesta ante uno o más estresores por un período prolongado de tiempo. Involucra una respuesta de parte del sistema endocrino mediante la cual se produce una descarga (que se supone sea temporal) de corticoesteroides. Al prolongarse el estresor, se prolonga el estrés y por ende la descarga de cortisol, ocasionando daño a la salud física y mental de la persona.

¿Cuál es la principal función del cortisol, la hormona del estrés?

El cortisol se descarga ante la presencia de un estresor y su propósito es aumentar los niveles de glucosa en la sangre. Esto es necesario para dotar al organismo del “golpe de energía” que requiere para reaccionar ante el peligro o la amenaza (respuesta de lucha o fuga). Es decir, una descarga o golpe de energía que le permitiría huir del peligro o enfrentarlo. Por supuesto esto colocará al organismo en un estado de alerta o hipervigilancia, lo que significa que si el estresor se prolonga, el organismo estará permanentemente en estado de alerta y produciendo hórmonas de estrés en exceso.

¿De qué manera el estrés podría afectar fisiológicamente la función cerebral?

La segregación excesiva de hormonas de estrés afecta negativamente la función cerebral, particularmente la memoria. Demasiado cortisol altera la manera en la que el cerebro fija recuerdos nuevos o accede a los ya existentes (por eso durante una situación estresante olvidamos cosas o eventos, nos confundimos o nuestra mente queda en blanco y no podemos reaccionar adecuadamente). El estrés prolongado también puede ocasionar daños en el hipocampo, un área del cerebro involucrada en el aprendizaje y la memoria. El cortisol interfiere con los neurotransmisores (químicos utilizados por las células cerebrales para comunicarse entre sí).

¿Qué otros efectos negativos podría desencadenar el estrés?

Efectos físicos (hipertensión, dolores de cabeza, problemas gastrointestinales y sobrepeso), dificultades en las relaciones interpersonales, bajo desempeño laboral o escolar, trastornos del estado de ánimo (depresión) o trastornos de ansiedad (ataques de pánico, trastorno de estrés post traumático), abuso de alcohol o sustancias, entre otros.

Recomendaciones para sobrellevar el estrés:

Encontrar y dedicar tiempo a actividades que disfrutamos, delegar (en el trabajo y en el hogar), seguir una buena dieta, ejercitarse, aprender técnicas de respiración y relajación, dormir bien (por lo menos 8 horas diarias), tener pasatiempos y hobbies, dedicar tiempo a la familia y amistades, mantener una vida sexual activa y saludable (la actividad sexual disminuye los niveles de estrés y ansiedad), buscar ayuda profesional siempre que sea necesario.

Recomendaciones para conservar una buena memoria:

La memoria se puede conservar e incluso mejorar por medio de cambios muy sencillos en nuestros estilos de vida. Incorporar ejercicios para la memoria (rompecabezas, crucigramas, juegos de memoria, trivias, ajedrez, etc.), comer saludablemente, ejercitarse físicamente y reducir los niveles de estrés son algunas estrategias que ayudan a conservar la memoria. Además es muy importante mantenerse intelectualmente activos (leer, aprender cosas nuevas, etc.), socializar y mantener un régimen regular de sueño (gran parte del procesamiento y almacenamiento de recuerdos y memoria ocurre durante el sueño).

Neuroanatomía de las emociones IV: Los núcleos septales.



Nuestra parada anterior fue en la amígdala, ¿estamos listos para continuar nuestro viaje a través del sistema límbico? ¡Bienvenidos a los núcleos septales!

Los núcleos septales en menos de cien palabras (gracias a Wikipedia).

Los núcleos septales parecen actuar con el hipotálamo medial y el hipocampo produciendo una inhibición interna en el sistema límbico y el nivel de alerta, lo que ayuda a mantener la memoria y la atención selectiva. Dentro de las funciones de los núcleos septales, está la de regular los niveles emocionales y de alerta, también mantener al organismo en estado de quietud listo para responder o reaccionar. Esta estructura parece servir como una interfaz integradora entre la memoria, motivación, la emoción y el estado de alerta, modulando las sensaciones placenteras y los estados de activación externos.

Lesiones en los núcleos septales.

Los núcleos septales se oponen a, e inhiben, el comportamiento agresivo, suprimiendo las reacciones de ira que siguen a la estimulación hipotalámica. Debido a esto, de haber lesiones en los núcleos septales, se incrementaría la agresión e ira. Eventualmente esta agresión es reemplazada por una socialización indiscriminada y una necesidad extrema por el contacto físico/social. En pacientes humanos, podríamos referirnos a personas extremadamente “pegajosas”. ¿A que se debe esto? Recordemos que los núcleos septales ejercen una acción moduladora e inhibitoria sobre la amígdala (la cual promueva el comportamiento social) y además los núcleos septales intactos actúan para promover los apegos selectivos. Al haber lesión, ambas áreas se ven afectadas.

Anormalidades neuroanatómicas en el autismo.

En pacientes entre 9 a 12 años de edad se ven neuronas inusualmente grandes, aunque adecuadas en número. En pacientes entre 22 a 29 años de edad, por el contrario, se ven neuronas pequeñas y reducidas en número. ¿Cómo se traducen estas anormalidades neuroanatomicas al comportamiento observable en personas con autismo? Los niños con autismo no muestran la relación habitual que los niños neurotípicos demuestran hacia sus padres y otras personas. Tambien muestran un comportamiento de apego deficiente y un fracaso temprano en el apego específico (por ejemplo, apego a los padres o cuidadores primarios). En la infancia, no muestran señales de ansiedad por separación, como sí lo hacen otros niños. Todas estas deficiencias pueden relacionarse a interacciones anormales complejas entre la amígdala, los núcleos septales y la circunvolución del cíngulo anterior (que veremos en la próxima parte). ¡Hasta entonces! - Izzy

Tool, Jung, sombras y cromosomas III.



Si bien la idea de que podamos desarrollar un par extra de cromosomas es súper interesante, “Forty Six & 2” me llamó más la atención por sus referencias a la sombra más que por la alusión a esta teoría de Bob Frissell. No he oído de seres humanos con 48 cromosomas… aún. Se con certeza que la norma (mas adelante veremos porque digo que es una norma, ya que toda norma tiene su excepción) para los seres humanos es tener 46 cromosomas, y estoy de acuerdo con Bob (sin necesidad de estarlo con su filosofía/ideología) de que somos seres sumamente caóticos, desorganizados y confundidos, pero lo que en realidad me intrigó fueron estas referencias a las dichosas tribus aborígenes de Australia que poseen 2 cromosomas menos que los demás. ¿Verdad o cuento chino?

Estación tres.

La página de Bob Frissell habla de muchos temas, entre ellos la geometría sagrada, que si bien puede sonar como un concepto hartamente místico o metafísico, está presente en muchos aspectos de la naturaleza (y esto si está comprobado científicamente, es decir, la explicación “mística” ya es otro tema, pero el fundamento científico está ahí). Incluso hace mención de la conexión con Tool, y el uso de la geometría sagrada (supuestamente, la base de todo en el universo, matemáticas incluidas), la flor de la vida (una figura geométrica que supuestamente contiene en ella toda la información necesaria para la creación de la vida) y otros conceptos en el álbum “Aenima” (titulo curiosamente basado en otro concepto Jungiano, el del ánima).

Pero no encontré nada sobre aborígenes australianos con 44 cromosomas. Una búsqueda en Google por el término “aborígenes australianos 44 cromosomas” (en inglés) me dio varios resultados y decidí explorar si alguna contenía algo de información concreta. En este punto entiendo que este post se aleja cada vez más de lo psicológico y se acerca cada vez más a lo biológico, pero, hey, la biología tiene mucho que ver con la psicología.

Me da la impresión de que en algún punto, alguien se tomó la “licencia poética”, al describir este supuesto primer nivel de evolución humana caracterizada por humanos de 44 cromosomas, de incluir (o forzar la inclusión) a los pobres aborígenes australianos, privándoles de un valioso par de cromosomas que siempre vienen bien.

Otra aclaración necesaria es que, a pesar de que esta teoría de Bob Frissell implica mayor numero de cromosomas a mayor nivel evolutivo, esto no significa que los seres más “evolucionados” (concepto muy subjetivo, evolucionados según qué o según quién) necesariamente tengan más cromosomas. Para ejemplo un botón: Nosotros tenemos 46 cromosomas. Un helecho tiene 480. Al menos a mí, aunque me tilden de narcisista, me gusta pensar que soy más evolucionado que el helecho que tengo en el balcón del depa.

"Lo que nos falta en humanidad... ¡nos sobra en cromosomas!"

Tener más o menos de 46 cromosomas es posible, pero casi siempre resulta en algún trastorno, desorden o defecto. Pero como dije un poco más arriba, o en un post anterior de la serie, la existencia de la norma es lo que permite la existencia de la excepción, y a la naturaleza le encantan las excepciones a la norma.

Hace unos años atrás, un doctor en la China identifico a un hombre con 44 cromosomas. Excepto por esta diferencia numérica, en toda forma medible, se trataba de un hombre perfectamente normal. Eso sí, no era un aborigen australiano.

En realidad, el tema no era tanto que esta persona tuviera dos cromosomas de menos, en realidad estaban ahí, pero fusionadas a otras dos (sus cromosomas 14 estaban fusionadas con sus cromosomas 15, y para aclarar, las cromosomas vienen en pares enumerados del 1 al 23, o 22, si no tomamos en cuenta nuestros cromosomas sexuales, XX o XY).

Es más, si evolucionáramos hacia 48 cromosomas, nos encontraríamos en una situación irónica, tendríamos la misma cantidad de cromosomas que teníamos antes de evolucionar hacia los 46. Así es, antes de tener 46 cromosomas, teníamos 48, igual que nuestros primos lejanos, los chimpancés.

"Con mis 2 cromosomas extras hago toda clase de monerías..."

¿Entonces si evolucionamos nos convertiríamos en chimpancés? ¿Los chimpancés ya están evolutivamente por encima de nosotros, con sus dos cromosomas extras? ¡Malditos sean! De eso no tengo la menor idea, pero eso sí, me parece que los chimpancés no se pasan la vida escapándose de su sombra, como nosotros. Quizás esa sea una lección que podemos aprender de ellos. - Izzy

Fragmentos de estos artículos extraídos de:
Estación uno: “Forty Six & 2 Explanation” - http://www.youtube.com/watch?v=OufK0647p1U
Estación dos: “Forty Six & 2 - Tool” - http://www.youtube.com/watch?v=Tja6_h4lT6A
Estación tres: “The 44 Chromosome Man” - http://genetics.thetech.org/original_news/news124